César Biernay Arriagada
Cuando los griegos se propusieron entrar en la ciudad de Troya, utilizaron como estrategia obsequiar un gran caballo de madera, artilugio que decantó en la arremetida de soldados que aparecieron desde su abdomen vulnerando la sólida fortificación. Este icónico relato se menciona en la historia de la guerra de Troya y constituye un buen recurso para sensibilizar hoy los flagelos de la tecnología.
Con toda su sofisticación y rapidez, los avances tecnológicos actuales nos ofrecen la adquisición de productos y servicios por plataformas virtuales, trámites burocráticos a solo un click o reservas de hoteles y pasajes en tiempo real y en cualquier parte del mundo, pero esconden el crimen y el delito bajo inocentes portales informáticos. El hampa criolla de estafadores y timadores son parte del inventario en la historia criminal chilena, quienes paulatinamente migraron desde su forma “presencial” y la “virtual”.
Los antiguos “cuenteros” conseguían dinero con el clásico “cuento del tío”, instancias en que, por ejemplo, simulaban la condición de empleado para acceder maliciosamente a una casa y sustraer especies de propiedad ajena, fingiendo ser carabinero, empleado de teléfonos o de la compañía de luz. En otras, el cuentero ofrecía especies de ciertas características y en último momento lo cambiaba por otro de menor cuantía, engañando con el “cambiazo” y su consiguiente “escapazo”. O el habitual “balurdo”, aquel fajo de billetes falsos, confeccionados con papel de diario simulando un turro de billetes reales, que se dejaba caer a los pies de un provinciano que llegaba a la ciudad, a quien se le pedía algo a cambio por el sorpresivo hallazgo.
Este engaño se conoce en Uruguay, Argentina y Chile como el “cuento del tío”, y está constituido por el relato que un timador expone a su víctima, en cuya situación simulada interpone la figura ficticia de un tío que le encomienda el depósito de un fajo de billetes, con el propósito de engañar y apropiarse de dinero o bien ajeno. Para Ventura Maturana, la explicación está dada “porque el cuentero se presenta ante la víctima tomando como pretexto de que un tío suyo lo ha mandado a entregar esa cantidad de dinero que representa el balurdo, a una parte donde teme que se lo puedan quitar” (Maturana; 1924, p. 152). El cuento del tío se conoce en Brasil como “conto do vigario”, en tanto que en la región andina (Venezuela, Colombia, Perú y Bolivia) se le conoce como “paquete chileno”, asociando el engaño con la idiosincrasia nacional. Si bien los teóricos le otorgan raigambre española, resulta de especial interés que a este timo se le vincule directamente con Chile “el cuento del paco era conocido en la región andina, de Chile a Colombia, también como el balurdo y paquete chileno” (Galeano; 2016, 416 p).
La tipología y modus operandi del engaño y estafa en el antiguo modo “presencial” es amplia. Para el cuento de la lotería, los timadores utilizaban un boleto de lotería adulterado, de tal modo que aparecía premiado con una alta suma de dinero. La víctima se escogía en la llegada de buses y trenes provinciales. Sin concurrencia de público y con rebuscados pretextos, fingían ser campesinos en busca de un médico o abogado (profesionales letrados y confiables a comienzos de siglo). Decían además no saber leer, no tener tiempo para acudir a la agencia de lotería y requerir revisar el cartón de un tío con los números sorteados. En escena aparecía un cómplice, que por coincidencia llevaba un diario. Al ver el listado, la víctima se enteraba que el boleto estaba premiado y comenzaba a vislumbrar la posibilidad de quedarse con el boleto para cobrarlo. El segundo delincuente le insinuaba a la víctima que fuera a cobrarlo y que dejara sus prendas en garantía. Así, en forma voluntaria y a insinuación del segundo cuentero se alejaba dejando en custodia las pertenencias que nunca volvería a ver.
Otra variante era el cuento del mandado, cuyo cuentero, previo estudio de la dinámica en una familia determinada, se presentaba en el hogar y aducía traer noticias de los familiares en el extranjero o de provincia, siendo portador de una encomienda que para desaduanar necesitaba dinero o cualquier especie de valor para retirarla. Las víctimas entregaban lo solicitado por el mensajero, por el conocimiento que demostraba de la dinámica hogareña siendo embaucados.
En la actualidad estos mismos engaños se realizan en modalidad “virtual” mediante Internet, con cuenteros que se ocultan en el anonimato del teclado. A los ciber delitos y estafas en soportes informáticos se suman día a día los engaños mediante llamados telefónicos desde la cárcel. En tal sentido, la usurpación de identidad en las redes sociales es un delito frecuente en la era de la información y se genera porque la víctima no implementa suficientes resguardos en el uso de redes sociales o porque el victimario aprovecha hábilmente su anonimato en la forma de hacer daño. Esta suplantación supone la apropiación de los derechos y facultades que emanan del afectado y que son de su uso exclusivo, como nombre y apellido, datos bancarios, cuentas en redes sociales, fotos privadas, etc. Las motivaciones de los agresores jóvenes son hacer una broma o dar un escarmiento a la persona con quien se ha discutido algún tema; pero para los delincuentes avezados la motivación de una usurpación de identidad es provocar un daño más evidente, perjudicando la imagen, fama y reputación de una famosa de TV, actores y otras figuras mediáticas.
Un delito más grave (no tipificado en la legislación chilena) lo constituye el grooming, concebido como cualquier acción que tenga por objetivo mirar o socavar moral y psicológicamente a una persona con el fin de conseguir su control a nivel emocional. Si bien esta actividad puede producirse en cualquier instancia, es particularmente grave en los casos en los que una persona realiza estas prácticas contra un niño o niña mediante plataformas de Internet, con el objetivo de obtener algún tipo de contacto sexual. Su modus operandi se ejecuta usando chats y cámaras; el abusador contacta a un niño o niña haciéndose pasar por otro menor; busca crear lazos de confianza a fin de obtener la mayor información posible de sus hábitos para luego disminuir las inhibiciones del niño o niña mostrándole imágenes de contenido pornográfico hasta lograr que el menor se desnude frente a la cámara o envíe fotografías de tipo sexual; finalmente comienza el chantaje y, en ocasiones, el criminal busca concertar una cita para abusar sexualmente de él o ella.
El ransomware, del inglés “ransom” que significa rescate y de “ware” que significa software, es el delito asociado a un virus informático que impide el acceso a la información del usuario, tales como documentos, imágenes, videos, entre otros; posterior a ello el criminal pide un rescate para recuperar la información. El phishing, en tanto, es una modalidad de estafa que se caracteriza por un envío masivo de correos fraudulentos donde, por lo general, se intenta suplantar a una entidad bancaria o de otra índole, advirtiendo a la víctima que debe remitir sus datos bancarios para actualizarlos a fin de aumentar la seguridad de su cuenta. De esta manera la víctima accede a una página web fraudulenta y con ello el “pescador” hace uso malicioso de la cuenta y del dinero.
El pharming corresponde a una vulneración informática de sitios de internet auténticos donde se busca redireccionar a las víctimas a sitios falsos, cuya finalidad es obtener sus datos personales y bancarios. Un phishing puede llevar a un pharming mediante la instalación de un software malicioso. La estafa nigeriana corresponde a una modalidad de estafa antigua, donde un sujeto desconocido se contacta con la víctima, principalmente por correo electrónico y este le hace creer que existe una herencia a su nombre, logrando transferencias a desconocidos para supuestos trámites administrativos. Su variante es la venta de vehículos o propiedades, ante dueños que se encuentran aparentemente en “Nigeria”.
El cuento del A B C, consiste en la estafa en que un delincuente, interesado en un producto determinado, ofrece en el mercado electrónico un producto por el mismo precio del que desea; a un comprador interesado le da los datos de transferencia del vendedor que ofrece el producto de interés del delincuente, y así la tercera persona transfiere, simulando que el estafador pagó por el producto de su interés.
El cuento de la novia ucraniana usa un viejo modus operandi, en que los estafadores se hacen pasar por hermosas mujeres de Europa oriental quienes buscan parejas. Seducidas las víctimas señalan que no tiene dinero para viajar al destino soñado de vivir juntos. Varones de distintas edades transfieren los montos solicitados anhelando un caluroso encuentro que nunca se concreta. Esta estafa evolucionó al “sextortion” o extorsión sexual, cuando la víctima es chantajeada por fotos íntimas que subió en la conversación virtual con una interlocutora (o interlocutor).
Otros cuentos virtuales dan cuenta de la oferta de cupones de descuento, tanto para empresas nacionales como extranjeras, avisos del banco indicando que se debe verificar sus accesos informáticos o suculentos premios por ser el visitante número mil de una página determinada accediendo a cuentas bancarias con fines fraudulentos.
Homologando al caballo de Troya de los griegos, el avance tecnológico actual ofrece beneficiosos recursos que portan, oculto y latente, el riesgo de engaños y fraudes. Tal como en la década del treinta neófitos provincianos evitaron hablar con extraños en la bajada del tren, la invitación en la era de información es a no caer en engaños virtuales aun cuando se trate de un regalo u oferta del tamaño de un caballo.
Referencias bibliográficas
- ERAZO MEDALLA, Raúl y otros (1995). Los hermanos Moyano : cuenteros. Santiago de Chile, Off-set. 33 pp.
- GALEANO, Diego (2016). Entre cuenteros y otarios : historia transnacional de una estafa en américa latina 1870 – 1930.
- MATURANA BARAHONA, Ventura (1924). Las investigaciones del delito. Santiago, Imprenta fiscal de la Penitenciaria. 279 p.
- PALMA ALVARADO, Daniel (2011). Ladrones : historia social y cultural del robo en Chile, 1870 -1920. Santiago de Chile, Editorial LOM. 324 p.
* César Biernay Arriagada es bibliotecario, profesor y escritor. Entre sus libros destacan “Macabros: Historias de asesinos despiadados que intentaron el crimen perfecto”, “Periplo de un billete de luca y otros cuentos” y “Del balurdo al phishing: Evolución del engaño y la estafa en América”.