
Por EQUIPO EDITORIAL
Periodista Universidad de Concepción, especializado en Tecnología, Marketing digital y Comunicación estratégica.
Comentarista de tecnología en Radio Universidad de Concepción, consultor en agencia Yottavision y director del medio digital Under Express.
Chile se encuentra en una encrucijada histórica. El camino que tomemos no dependerá de la tecnología en sí, sino de nuestra capacidad de adaptación.
- LaIAcomoapoyoeneltrabajohumano
¿Dequémaneralainteligenciaartificialpuedeintegrarsecomounaherramienta que mejore la productividad y optimice los flujos de trabajo de las personas, sin llegarareemplazarsuscapacidadescreativasocríticas?
La inteligencia artificial se puede integrar como una herramienta colaborativa que potencia la productividad y optimiza los flujos de trabajo sin anular las capacidades humanas. Su función principal es automatizar tareas repetitivas y monótonas, como la organización de datos o la transcripción de reuniones, liberando a los profesionales para que se concentren en actividades de mayor valor que requieren juicio, creatividad y pensamiento crítico. Además, la IA puede aumentar las capacidades analíticas al identificar patrones en grandes volúmenes de información que un ser humano podría pasar por alto, sirviendo como un asistente en la toma de decisiones.
En el ámbito creativo y crítico, la IA no reemplaza al profesional, sino que actúa como un catalizador. Puede funcionar como un generador de ideas iniciales o un recurso para superar bloqueos creativos, ofreciendo nuevas perspectivas basadas en los datos con los que ha sido entrenada. Sin embargo, el juicio, el refinamiento y la contextualización final siempre dependen del criterio humano. Es el profesional quien debe discernir la calidad de las sugerencias de la IA, adaptarlas al contexto cultural y emocional, y garantizar su relevancia.
Un aspecto crucial que subraya la necesidad de la supervisión humana son las alucinaciones de la IA. Este fenómeno ocurre cuando el sistema genera información que es incorrecta, inventada o carece de base en los datos. Estas alucinaciones representan un riesgo significativo en la toma de decisiones, ya que pueden llevar a la desinformación o a la adopción de soluciones erróneas. Por ello, la integración de la IA en los flujos de trabajo debe estar acompañada de una validación constante. En lugar de reemplazar al profesional, la IA lo convierte en el supervisor final, encargado de verificar la veracidad y coherencia de las respuestas generadas por la máquina, consolidando así el rol humano como indispensable para un trabajo de alta calidad y éticamente responsable.
- Elimpactodel“contenidobasura”
Hoy abundan textos, imágenes y videos generados automáticamente que carecen de calidad o sentido. ¿Qué efectos puede tener esta sobreproducción de “contenido basura”enlosdistintosámbitoslaboralesyenlaconfianzahaciaeltrabajodigital?
La sobreproducción de textos, imágenes y videos generados automáticamente, que a menudo carecen de calidad o sentido, tiene un efecto corrosivo que se extiende a distintos ámbitos laborales y erosiona la confianza en el trabajo digital. Esta problemática se magnifica por la forma en que interactuamos con la información en la era digital. Aprovechando el hábito de usar buscadores como Google, ciertos actores utilizan la inteligencia artificial (IA) para generar de manera masiva lotes de contenido de bajo valor. Este material está diseñado específicamente para acaparar las palabras clave de las búsquedas más comunes, inundando el ecosistema con ruido digital.
Esta práctica nos lleva a una experiencia cada vez más frecuente de aterrizar en sitios web superficiales, llenos de publicidad intrusiva y cuyo único propósito es generar ingresos para sus dueños. Este fenómeno, que parece estar fuera de control, degrada profundamente el ecosistema de la información. La consecuencia directa es que los usuarios se ven obligados a invertir una cantidad de tiempo cada vez mayor en una labor de curaduría manual, intentando diferenciar el ruido de las fuentes fiables y bien fundamentadas. Esto, además de traducirse en una pérdida de tiempo, también genera una profunda frustración y fatiga digital.
Más allá de la experiencia del usuario, esta sobreproducción de contenido devalúa el trabajo de los creadores humanos. El esfuerzo en investigación, reflexión, creatividad y autenticidad se minimiza frente a la capacidad de una máquina para generar miles de piezas en segundos. Esto crea una competencia desleal que desincentiva la producción de material original y bien fundamentado. Además, esta situación erosiona la confianza en los motores de búsqueda, que los usuarios dejan de percibir como guías fiables hacia información de calidad, viéndolos más bien como portales a una maraña de contenido superficial y engañoso. Aunque los buscadores han intentado «castigar» esta práctica, omitiendo o relegando dichos resultados, la solución definitiva aún no llega, dejando al ecosistema digital en una encrucijada crucial para salvaguardar la información de calidad y su propia integridad.
- Diferenciaentreherramientaysustituto
¿CómodistinguirentreelusodelaIAcomoapoyoqueliberatiempoparatareas más valiosas, y su uso como un sustituto que termina degradando la calidad del trabajo humano?
La distinción fundamental entre usar la IA como una herramienta de apoyo y como un sustituto degradante reside en el propósito y el grado de supervisión humana. Como herramienta, la IA libera a los profesionales de tareas repetitivas y monótonas, permitiéndoles enfocar su tiempo y energía en actividades de mayor valor. Por ejemplo, un redactor puede usar una IA para generar borradores o investigar temas, pero su papel sigue siendo crucial: el de revisar, editar, dar forma y validar el contenido final, inyectándole creatividad, matices y una voz propia. El humano mantiene el control, utilizando la tecnología para acelerar procesos y mejorar la calidad de su trabajo, no para evadirlo.
En contraste, la IA se convierte en un sustituto cuando se emplea para evitar por completo el esfuerzo intelectual y la responsabilidad. Esto se ve en la producción en masa de contenido sin criterio ni validación humana, donde el único objetivo es la cantidad y no la calidad. Un ejemplo claro es la generación automática de artículos o descripciones de productos que se publican sin una revisión posterior. Esta práctica degrada el trabajo, inunda el mercado con material superficial y, a la larga, perjudica a la empresa que la utiliza, ya que el público percibe la falta de autenticidad y calidad. Es crucial recordar que la responsabilidad final por cualquier contenido, incluso si es generado por IA, recae siempre en el humano, ya que la IA es una herramienta, no una entidad con derechos u obligaciones legales como la propiedad intelectual. Plataformas como ChatGPT, por ejemplo, reconocen al autor del prompt como el creador del contenido, lo que subraya que la autoría y la responsabilidad no pueden delegarse a la máquina.
En el mercado laboral ya existen casos de empresas que ofrecen «empleados de IA» como sustitutos. Un ejemplo es la empresa Synthesia, que crea avatares de IA que pueden actuar como presentadores o voceros para videos corporativos, prometiendo reducir la necesidad de actores o personal humano para grabaciones sencillas, constituyendo esto para algunas personas, un reemplazo directo para tareas específicas.
Sin embargo, también se han documentado casos fallidos de reemplazo de personal por IA. En 2014, la agencia de noticias Associated Press comenzó a utilizar la IA de Automated Insights para generar automáticamente informes de ganancias de empresas. Aunque la tecnología fue eficaz para producir textos básicos a gran velocidad, no pudo capturar la complejidad o el contexto detrás de los números, lo que limitaba su utilidad y requería la supervisión constante de periodistas humanos para evitar errores de interpretación. Otro caso notorio es el de la empresa de medios CNET, que en 2023 se vio obligada a detener la publicación de artículos escritos por IA después de que una investigación interna revelara múltiples errores y plagio, lo que llevó a la empresa a despedir a su director de contenidos.
Mediante estos casos podemos comprobar que la IA puede ser un complemento valioso, pero no un reemplazo total. La verdadera innovación reside en una colaboración productiva, no en una sustitución ciega que compromete la calidad y la credibilidad.
- Nuevascompetenciaslaborales
¿Quénuevashabilidadescreeustedquedeberíandesarrollarlostrabajadorespara convivir con la inteligencia artificial y evitar quedar atrapados en dinámicas de desinformaciónodeautomatizaciónpocoética?
Las nuevas habilidades que los trabajadores deben desarrollar para convivir con la inteligencia artificial se centran en un equilibrio entre lo humano y lo técnico. La IA, por potente que resulte ser, no posee la capacidad de juicio, la ética o la empatía de un ser humano, lo que hace que estas habilidades sean cruciales para no quedar atrapados en dinámicas de desinformación o automatización poco ética. El pensamiento crítico es una habilidad fundamental. En un mundo donde la IA puede generar grandes volúmenes de información, verdadera o falsa, la capacidad de evaluar y cuestionar su origen, su veracidad y su contexto se vuelve más vital que nunca. No se trata solo de usar la IA, sino de ser un «curador» de la información que produce, distinguiendo el dato de la narrativa, la verdad del engaño.
A nivel práctico, la competencia en prompt engineering es indispensable. No basta con hacer preguntas simples a la IA; el verdadero valor reside en la habilidad para comunicarse de manera precisa y estratégica con estas herramientas. Formular solicitudes claras, detalladas y bien estructuradas permite a los trabajadores obtener resultados más precisos y relevantes, transformando la IA en una verdadera extensión de su creatividad y capacidad de análisis. Bajo esta lógica, el usuario pasa a ser una suerte de director de orquesta, maximizando el potencial de la IA en lugar de ser un simple consumidor de sus outputs.
Sin embargo, las habilidades que no pueden ser automatizadas son las que verdaderamente blindarán a los trabajadores del futuro. La inteligencia emocional, la empatía y la colaboración se vuelven más valiosas. En un entorno laboral donde las tareas repetitivas se delegan a la IA, el valor de las personas reside en su capacidad para interactuar de manera significativa con otros, resolver conflictos, trabajar en equipo y entender las necesidades humanas detrás de los datos. La resolución de problemas complejos es otra de estas habilidades inmunes a la automatización. La IA puede procesar vastas cantidades de información, pero la capacidad de un ser humano para identificar problemas que aún no han sido definidos, innovar y crear soluciones fuera de lo convencional sigue siendo una ventaja insuperable. Finalmente, la adaptabilidad y una mentalidad de aprendizaje continuo son la clave para la supervivencia profesional. La tecnología evoluciona a un ritmo vertiginoso, y la disposición a aprender nuevas herramientas, a desaprender viejos métodos y a reinventarse constantemente será lo que mantendrá a los trabajadores relevantes y preparados para los desafíos del futuro.
- FuturodeltrabajoylaIAenChile
Pensando en los próximos años, ¿qué camino ve más probable en Chile: una integración sana de la IA como herramienta que fortalezca los oficios y profesiones, o una masificación de contenidos automatizados que precaricen el valordeltrabajohumano?
Pensando en los próximos años, el escenario más probable para Chile no será un extremo u otro, sino una coexistencia de ambos fenómenos, enmarcado en lo que ya se considera una nueva revolución industrial. La forma en que esto influirá en las competencias laborales es muy similar a la masificación de los computadores en las oficinas hace unas décadas. En ese entonces, surgió el temor de que «un computador termine haciendo el trabajo de uno», pero la realidad fue que los profesionales que aprendieron a dominar esa nueva herramienta se volvieron inmensamente más competitivos. El computador no reemplazó al contador, sino que potenció sus capacidades, permitiéndole analizar más datos en menos tiempo. El periodista que se pasó de la máquina de escribir a Word, comenzó a recuperar tiempo valioso. El docente que cambió las transparencias proyectables por contenido multimedia, logró darles un nuevo giro a sus clases. Quien no se adaptó, quedó en desventaja.
Hoy vivimos un proceso análogo, pero a una velocidad mucho mayor. La inteligencia artificial no es sólo una nueva herramienta, sino el motor de una transformación productiva global. Al igual que la máquina de vapor en la primera Revolución Industrial o la electricidad y la computación en las siguientes, la IA está redefiniendo las reglas del juego. No se trata de si la IA reemplazará a los humanos, sino de que los humanos que sepan usar la IA reemplazarán a los que no. Por lo tanto, en Chile veremos una creciente brecha entre quienes integren estas tecnologías para potenciar sus oficios y quienes se resistan al cambio.
En sectores de alta cualificación como la minería, finanzas, salud e investigación, la IA ya está fortaleciendo profesiones, optimizando procesos y abriendo nuevas líneas de innovación.Sin embargo, en paralelo, la automatización de tareas más rutinarias precarizará ciertos empleos, sobre todo los de entrada o de menor especialización.
Frente a todo lo mencionado, Chile se encuentra en una encrucijada histórica. El camino que tomemos no dependerá de la tecnología en sí, sino de nuestra capacidad de adaptación. Así como en el pasado fue crucial aprender a usar un procesador de texto o una hoja de cálculo, hoy lo es desarrollar un pensamiento crítico frente a la IA, aprender a darle instrucciones efectivas y enfocarse en las habilidades intrínsecamente humanas que la máquina no puede replicar. La integración exitosa de la IA no es una opción, sino un imperativo para el desarrollo y la competitividad del país en esta nueva era industrial.