El título puede llamar la atención: ¿qué tiene que ver la mujer con la visión laica de la vida? La pregunta no tiene una respuesta inmediata, aunque sí se puede afirmar que tales visiones son similares entre hombre y mujer con la única diferencia de no ser considerados de igual forma en los asuntos propio de la organización social.
La temática obliga a comprender lo que ella significa como ser humano que, al igual que el hombre, pertenece a la comunidad pero que, a diferencia de él, la cultura de los pueblos no ha establecido las mismas oportunidades manteniendo en algunos casos relaciones de equilibrio y, en otras separando —arbitrariamente para algunos y naturalmente para otros— las responsabilidades que ambos tienen en el progreso social.
La realidad descrita proviene de tiempos ya muy antiguos y en un posicionamiento social absolutamente secundario. Su responsabilidad se ha limitado solo al cumplimiento de los servicios familiares comprometidos y teniendo escasos compromisos con otros problemas sociales como son los relacionados con la política, la religión, la economía, la cultura, etc., todo lo cual se ha expresado como una verdadera constante en el desarrollo de los pueblos. Esta situación debe ser solucionada en atención a los renovados estilos de relaciones interpersonales que han comenzado a surgir, tanto como expresión de rebeldías sociales, por razones apoyadas en intereses ideológicos particulares —aunque no siempre expresados como una convicción natural de cambios— o por razonables consensos de incorporación social.
De acuerdo con lo anterior, en la evolución de la humanidad, siempre se ha destacado privilegiadamente la presencia del hombre por sobre el rol de la mujer. Al respecto, existen muchas explicaciones acerca de este hecho, más, pese a lo prudente que ellas puedan ser, lo cierto es que se les continúa visibilizándose en un plano secundario[1]. No obstante, se reconocen los progresos hasta ahora logrados y, por lo tanto, la disminución de los grados de dependencia del hombre. No se trata de intentar un cambio solo en base al aumento de los niveles de participación femenina en los asuntos generales y específicos de la sociedad, sino de formular políticas de desarrollo social integrales que contemplen todos los problemas que existen, las necesidades que se originan y las soluciones que ellas demandan.
Solo y a modo de ejemplo, debe recordarse que la mujer ha sido víctima de discriminación en “prácticas religiosas, abuso espiritual, coerción religiosa que afectan libertad de pensamiento y conciencia y, de igual modo, en lo físico, psicológico, sexual, político, etc. [2].”
Desde el s. XVIII continúan algunas reformas generándose interesantes cambios de mentalidad, todo lo cual contribuye a fortalecer visiones de resistencia ante el poder establecido, lo que fue particularmente interesante en el caso de Francia que culmina con la Revolución Francesa, (1789). En el devenir de los acontecimientos, uno de los problemas más acuciantes ha sido la dificultad que para la mujer ha significado las actuales e inferiores condiciones de ingresos que ella percibe en relación con el hombre, así como también lograr el derecho a voto, aunque en muchas partes ya superado. Esto último, es una transcendental referencia de cuyo legítimo avance, ella ha obtenido, en justicia, la posibilidad de ejercer su propia autonomía.
La información relacionada con el sufragio femenino, recuerda algunos de los siguientes hitos: 1893 Nueva Zelanda[4] 1902 Australia 1906 Finlandia[5] 1910 EE. UU [6] 1917 Rusia 1918 Reino Unido[7] 1919 Azerbaiyán[8] 1920 EE. UU 1929 Ecuador 1931 España[9] 1934 Turquía 1946 Francia 1947 India 1952 Chile 1971 Suiza[10] 1984 Liechtenstein 2015 Arabia Saudita, etc. |
La referencia en cuanto a los países y fechas en los que cada uno de ellos consagró el sufragio femenino, se destaca debido a que constituye un buen indicador para comprender que, en las decisiones de aportar tal avance, subyace también una orientación valórica, progresista y libertaria de tolerancia a la diversidad de pensamiento y de conciencia. Esta posibilidad se expresa a través de las protestas a mantener la continuidad de una posición de dependencia y de sometimiento familiar[11] subestimándosele sus potencialidades y sus capacidades.
La intransigencia de los sectores ideológicamente contrarios, ha influido para evitar que la mujer logre tales aspiraciones. Sin embargo, el problema aún existe cuando se manifiesta en tipos de sociedades débilmente preparadas y organizadas. En ellas ha sido muy difícil lograr el cambio. El diferente enfoque que impulse transformaciones de manera progresiva y permitan hacer de la relación humana una acción cuya visión de roles valore el futuro a partir de nuevas formas de organización social, no siempre es bien recibido.
Sin embargo, desde una perspectiva laicista y considerando la situación del pasado, se entiende el marcado prejuicio que ha recaído, especialmente, sobre la mujer al ser convencida por el dogma religioso.
“Lo que sucede es que los valores de esta iglesia ya no parecen estar en sintonía con la amplia mayoría de las mujeres y con otros sectores de la población mundial y regional. Efectivamente, lo que Benedicto XVI y la institución que encabeza se niegan a asumir es que muchas personas —mujeres y hombres de distintas edades, raza/etnia, opciones de vida y condición social— abandonan la fe pues no aceptan más las posturas retrógradas de dicha Iglesia frente a problemáticas tan vitales como la salud sexual y reproductiva y los derechos correspondientes, y frente al ejercicio de derechos humanos universales, tales como la libertad personal y de expresión, el derecho a la intimidad, a la diversidad, a la autonomía, entre otros. La jerarquía eclesiástica tampoco parece interesarse en las posturas y valores de quienes profesan otras religiones, algunas tan mayoritarias como la católica, y menos aún en quienes no profesan ninguna, e intenta imponer la voz, el pensamiento y los códigos de conducta de su iglesia a toda la gente por igual”[12]
En otra publicación, emitida por la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, RSMLAC, se señala en el objetivo del Programa “Ciudadanías libres: Estado, Laicidad y Ciudadanías Femeninas” en el año 2024 que “las mujeres, sus organizaciones y las redes de trabajo, han avanzado en la definición de propuestas políticas, legislativas y de movilización por el respeto y garantía de la laicidad, el laicismo y el Estado Laico, la desvinculación de dogmas religiosos de la vida privada de las personas, especialmente, en relación a la vivencia, goce y disfrute de la sexualidad y la reproducción” [13].
El mismo documento y en el extracto siguiente, se señalan las “Líneas de acción estratégica a seguir; (…) la “Dinamización del movimiento social y feminista; la “Comunicación estratégica; la “Generación de conocimientos y todo ello en el marco de iniciativas que contribuyan a la laicidad, el laicismo y el Estado Laico, la libertad de cultos desde un enfoque de derechos humanos, diversidad y pluralidad política, inter-étnica y cultural”, posicionando lenguajes sin dogma y que prevengan los estigmas, discriminaciones y exclusiones, que originan los fundamentalismos religiosos y los dogmas de fe”.
La experiencia de Uruguay también es digna de considerarse. Es uno de los ejemplos ha ocurridos en Latinoamérica, a favor del rol femenino en los destinos de la sociedad. Ello se trata de las “Leyes progresivas sobre el divorcio, (1907, 1910, 1913) que acaban, en la medida “revolucionaria para la época” de autorizar el divorcio por la voluntad única
de la mujer en el año 1913”[14].
Por su parte, en la publicación de Europa laica de mayo 2014, se señala lo siguiente:
“Se garantizarán, sin ambigüedad, los derechos de las mujeres y la igualdad para participar en la vida política y social. Ninguna limitación debida a especificaciones confesionales, étnicas o de pertenencia a una comunidad o corporación concreta será tenida en cuenta por las leyes europeas o de sus Estados. La libertad de conciencia de las mujeres para ejercer la maternidad o la interrupción del embarazo, en el marco de sus derechos sexuales y reproductivos, se ha de poder ejercer en todos los países europeos de forma libre y dentro del ámbito público. Quedará prohibida cualquier tipo de violencia contra las mujeres y será motivo de desarrollar una campaña en contra a nivel mundial por parte de los países europeos. (…) Ideas similares también se plantean en cuanto las “Reivindicaciones concretas por la laicidad y la libertad de conciencia en Europa: plena igualdad de derechos entre mujeres y hombres; reconocimiento y garantías para el derecho a la libre interrupción del embarazo; prohibición de cualquier tipo de violencia contra las mujeres, etc.”[15].
En todos los casos de discriminación que por siglos las mujeres han sufrido, su explicación radica en las circunstancias históricas del desarrollo de los pueblos, y, en un concepto que, como la laicidad, no justifica aún su actual existencia. A este respecto, no puede dejar de recordarse a
“Mary GOUZE, mejor conocida como Olympia de Gouges, quien en 1791 hizo lo impensable para una mujer: exponer la declaración sobre los derechos que deben tener las mujeres para que se conviertan en seres con los mismos beneficios que los hombres”. Su ardua lucha, se expresó “en la declaración de derechos de la mujer, puntos referentes a la forma de vivir y ser tratadas por los otros, como la manera de ser educadas y poder obtener un empleo; (…) solicita que las mujeres sean dignas de recibir un trabajo respetable”. (…) La ley debe ser expresión de la voluntad general; todas las ciudadanas y los ciudadanos deben participar en su formación personalmente o por medio de sus representantes […] todos deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades y sin más distinciones que la de sus virtudes y sus talentos” [16].
Los antecedentes históricos acerca de esta materia, señalan muchísimos ejemplos de mujeres que, en el tiempo y en diferentes latitudes, se han preocupado y lucharon, y lo continúan haciendo, por superar estados de vida incompatibles con la dignidad que toda persona —en su condición natural de ser humano— debiera siempre tener. En esto, la laicidad promueve la fraternidad en la diversidad de la cultura humana. Ello supone comprender las diferencias entre el Estado considerando sus múltiples gestiones políticas orientadas al pacífico ordenamiento y organización de la sociedad y la religión, en relación con toda manifestación de creencias, pensamientos y sentimientos cuyas actividades deben efectuarse en los ámbitos propios de las conciencias individuales.
En ambos casos, se confía en que no existan deliberadas interferencias que alteren el legítimo sentido de justicia y cumplir con sus respectivos propósitos de colaboración al bien social. Se espera, así que, como un ideal deseable, se entienda que la laicidad aspira a colaborar en el fortalecimiento de las bases de una sociedad justa, libre y democrática y, para ello, lo fundamental es educar.
[1] Apreciando el problema en la perspectiva histórica, la población femenina llega a casi el 50% de la población mundial (2023).
[2] Mayores informaciones en: https://www.amnesty.org/es/what-we-do/discrimination/womens-rights/
[3] https://historia.nationalgeographic.com.es/a/fechas-clave-historia-para-conseguir-voto-femenino_12300
[4] Pero solo podrían ser elegidas a partir de 1916.
[5] “Se consagra el sufragio universal tanto masculino como femenino”.
[6] “… el primero en autorizar el voto femenino había sido Wyoming, en 1869”.
[7] “Diez años más tarde, en 1928, el sufragio femenino se extiende a todas las mujeres mayores de 21 años, en pie de igualdad con los hombres”.
[8] “…primer país de mayoría islámica que se convierte en una república parlamentaria y que concede el voto a la mujer”.
[9] “Después de los comicios de 1936 las mujeres ya no podrán volver a votar libremente hasta 1977, una vez finalizado el régimen franquista”.
[10] “Entre 1959 y 1991 habían visto reconocido su derecho en las elecciones de los diferentes cantones”.
[11] El sometimiento familiar debe entendérsele como el abuso que, un integrante de la familia, en este caso, del hombre, ejerce como obligación impuesta a la mujer en las responsabilidades que ella debiera cumplir a través de los compromisos que demanda la organización y el cuidado del hogar. Lo que ayer fue una imposición, después pasó a ser una cultura y hoy es un diverso movimiento social.
[12] Mujeres en Red. El periódico feminista. La cultura laica y los derechos de las mujeres. https://www.mujeresenred.net/spip.php?article1025.
[13] https://www.reddesalud.org/es/ciudadanias-libres.
[14] De Los Santos Ghirardelli. Maite: Libertades Laicas red iberoamericana por las libertades laicas. https://www.academia.edu/upgrade?feature=searchm&trigger=mentions-view-download-onsite-ping&after_upgrade_path=%2Fmentions
[15] EUROPA LAICA—mayo 2014. PROCESOS DE LAICIZACIÓN EN EL CONTEXTO EUROPEO. www.laicismo.org europalaica@europalaica.org https://laicismo.org/data/docs/archivo_1419.pdf
[16] La mujer que murió en la guillotina al iniciar la lucha por la igualdad de género. https://culturacolectiva.com/historia/olympia-de-gouges-murio-por-iniciar-la-igualdad-de-genero/
Por Rubén Farías Chacón