La Real Academia Española define la cultura como “el conjunto de conocimientos que permiten a una persona desarrollar su juicio crítico”. La RAE se refiere también a esto como “a los modos de vida y costumbres, así como al grado de desarrollo artístico, científico e industrial de un grupo social o época, y a un conjunto de creencias, comportamientos y valores que se comparten en un grupo, una nación o un grupo religioso”. Incluye en cultura “al lenguaje, las costumbres y a las creencias sobre las funciones de las personas y sus valores”, y expresa que “se trata de un concepto que está en constante evolución y transformación, enfatizando en que “todas las personas y comunidades que habitan un territorio son sujetos culturales y tienen derechos culturales”[i]. A modo de tema de investigación, se intentará responder en este artículo a las preguntas: ¿Cuándo la censura podría ser necesaria? ¿Cuán necesaria es la libertad de expresión? Y ¿cuán necesaria sería la censura ante la libertad de expresión?
Intentando una respuesta a las interrogantes planteadas, diremos de comienzo que los artistas, siendo en su mayoría libres pensadores, lo más probable es que responderían que la censura nunca podría ser necesaria. Sin embargo, en esto no hay consenso en la sociedad donde muchos dirían que son imprescindibles. Son respuestas que denotan un contrapunto, sugiriéndonos que censura y libertad de expresión están y estarán siempre presentes como disyuntiva en el arte, e influirán al artista mientras éste crea o cuando da a conocer su creación.
Lo podemos iluminar analizando el caso de la Ópera “Carmen”, una obra que en principio no recibió la acogida exitosa que el autor esperaba, ello motivado por la vida de pobreza de los personajes que la obra muestra, así como sus conductas reñidas con la moral, donde se visualizan también abusos de parte de la soldadesca. Fueron estos aspectos que resultaron chocantes para el eventual gran público con que se esperaba contar, prioritariamente gente de la élite. Nótese que la ópera es un espectáculo caro que aún hoy resulta prohibitivo para el grueso de la población. Citemos al crítico Ernest Newman que escribió tras el estreno “que la audiencia sentimentalista de la Opéra-Comique estaba conmocionada por el realismo drástico de la acción y por la moralidad defectuosa y de baja reputación de la mayoría de los personajes”. Bizet, el compositor, molesto, replicó: “¿No ves que todos estos burgueses no han entendido una palabra miserable de la obra que he escrito para ellos?”[ii].
Destaquemos de esta experiencia que la obra no llegó a ser prohibida, pero fue demonizada por la conservadora élite francesa, porque mostraba una realidad que ésta no estaba dispuesta a que le fuera enrostrada, destacando que, si bien la conocía, prefería ignorarla en una actitud que en las élites siempre ha existido, y es la que la motiva a llamar al Estado a que ponga freno cuando alguna expresión del arte le molesta, limitando así el quehacer de los artistas. Nótese que enrostrar la realidad a la élite que se sepa no estaba en la intención de Bizet.
Dicho esto, el artista se verá siempre enfrentado a la disyuntiva de someterse a la posible censura, o si ir en frente a pesar de que su creación incomode, sobre todo en géneros donde el conflicto es lo más importante. El cuento se define como “la narración de un conflicto”, la novela, como “la narración de un conflicto mayor que se divide en conflictos menores que alimentan al conflicto mayor”, las artes escénicas como teatro y ópera, se definen como “un conflicto que se monta en un escenario”, y el poema, “un conflicto que el poeta narra para sí mismo”.
Preguntémonos qué sería de “Crimen y castigo” de Dostoievski[iii] si el protagonista “Rodión, el jugador”, no hubiera sentido la necesidad de asesinar a la prestamista, algo tal vez “bien hecho”, tomando en cuenta que la usura es una lacra que junto a la ludopatía seguirán llevando a la ruina a millones de personas. ¿Bien hecho entonces? Probablemente sí, aunque reñido con los valores que se consideran correctos. No obstante, si bien Rodión, con su asesinato logró sortear su conflicto “no poder pagar sus estudios y vivir en la miseria”, se destaca que más allá del asesinato, la novela se sustenta en la lucha del protagonista contra un antagonista intangible pero el más poderoso: la conciencia, resultando esto en el conflicto principal. Nada es una novela sin un conflicto fuerte que cambie la visión de mundo al protagonista, cuestionando sus valores.
Volviendo a Bizet, se destaca su valentía reflejada en que emprendió lo que bien podría haber resultado en un fracaso, tomando en cuenta que la cultura no había evolucionado lo suficiente como para que la élite aceptara una obra enrostrante y con ese desenlace tan brutal. Pero formulémonos una pregunta en términos hipotéticos: ¿qué tal si previo al estreno, el propio Bizet, prediciendo la posible censura en que la élite se empeñaría, hubiera echado pie atrás, optando por realizar una ópera ligera que tal vez no hubiera trascendido, pero le habría aportado a él riquezas sin riesgos? De haber sido así, no conoceríamos a Bizet, menos a su Carmen. Estamos llegando al concepto de autocensura.
Qué dice la RAE respecto a la censura: “Es una crítica o reprobación severas de alguien o de algo”, con una bajada: “la revisión oficial de correspondencia, publicaciones, espectáculos o emisiones de radio y televisión, para aprobarlos, modificarlos o prohibirlos de acuerdo con criterios morales o ideológicos”. Más allá de lo que aquí se expresa, hay que decir que se consideran también aspectos religiosos, políticos, científicos y económicos, además de motivos de orden estético.
Analicemos entonces considerando primero lo moral y lo estético. Recordemos para ello el caso de la actriz Patricia Rivadeneira, quien en 1992 realizó una performance desnuda, cubierta solo con una bandera chilena. Su propósito era claro: “recuperar este símbolo que la ciudadanía sentía que las FF.AA. se lo habían apropiado”. Haya sido este sentir verdadero o no, era algo bien arraigado pese a que en toda toma de terrenos el poblador lo primero que hace es levantar la bandera chilena, y lo hace independiente de quien gobierne.
En su performance, la actriz tuvo una aceptación restringida, pero a pesar de que la élite quiso demonizarla, los censores del Estado no se hicieron presente. Es posible que haya influido en esto que Pinochet ya no dictaba y que el origen de Patricia estaba en el seno de una familia de la élite. Considérese entonces que la censura, ya sea la del Estado o la proveniente de la ciudadanía, no actúa con el mismo criterio ni rigor considerando quién es el artista y cuál es su origen u quiénes poseen el poder, haciéndose ver que en todo caso la artista tuvo elogios; de hecho, muchos recuerdan su acto con simpatía, como que en años posteriores un grupo de intelectuales aún se reúne con la artista conmemorando[iv].
En lo relativo a la ciencia, vale recordar la historia de Galileo quien, tras conocer la teoría heliocéntrica de Copérnico y conseguir probarla, la presentó ante la comunidad científica atreviéndose a declarar que la tierra se movía alrededor del sol. Y se le acusó de herejía -la Biblia dice lo contrario-. Fue por ello obligado a abjurar, so pena de muerte, y tuvo que hacerlo. Pero resulta importante destacar que con esta eventual pena la Inquisición solo logró que esa teoría fuera conocida más allá de la comunidad científica, y que Copérnico y Galileo se hicieran más famosos de lo que eran. Fue éste entonces un claro fracaso para la censura.[v] La Sagrada Inquisición no tuvo en éste y tal vez en muy pocos de los miles de casos en que actuó, alguna razón valedera para ejercer la censura, y si bien no llegó a asesinar a este libre pensador, pudo al menos restringirle su libertad de expresión, haciendo salvedad de que hoy nadie podría sentir como aceptable ese episodio de censura. No obstante, casos de censura correcta hay muchas, entre otras, la que impide a la televisión a transmitir programas para mayores en las horas en que los niños pudieran estar presentes.
Pero en lo referido a este contrapunto, nuestro país lleva en sus espaldas una historia de censura que limitando la libertad de expresiónha causado demasiado daño. Durante los 70’ y los 80’, produjo un severo apagón cultural en que nada que pudiera incomodar a quienes gobernaban podía realizarse so penas del infierno. Solo se admitía el arte alejado de la contingencia, y ni tanto, porque los censores no eran personas suficientemente preparadas como para reconocer el verdadero sentido de las obras, y tendían a sospechar que veladamente se pudiera estar yendo más allá de lo permitido.
Grupos artísticos como Mazapán[vi], por ejemplo, tras negarse por razones diversas a ir actuar donde la hija del dictador, al pensar los censores que podría haber allí un acto de rebeldía, fueron castigadas despidiéndolas de TVN[vii]. Nótese que, en este grupo,7 a pesar de haber integrantes de diferentes tendencias, ellas continúan trabajando juntas en total armonía, y acaban de ser galardonadas como “Figuras Fundamentales de la Música Chilena, 2024”.
El artista debía entonces cuidarse, considerando que incluso a los que optaban por respetar los márgenes les era difícil presentar sus obras porque de ser incomprendidas caerían en desgracia. Y los otros, los que empapados en la contingencia deseaban narrar conflictos inmersos en ella, eran rechazados por las editoriales porque sus obras, podían ser confiscadas perdiéndose la inversión, con el agravante de que editores y autores podían caer en desgracia.
Esta censura produjo entonces autocensura, y los artistas de ese tiempo censurados o autocensurados, llegaron a llamarse “Generación NN” porque debido a esas circunstancias no pudieron publicar o su producción fue extremadamente escasa[viii]. Los “NN” fueron entonces una generación perdida para el arte, siendo lo único que se publicaba o se representaba debía ser tan alejado de la contingencia como para que los censores pudieran reconocer esa lejanía de manera contundente.
Se preguntarán por qué ese afán tan arraigado de los artistas por inmiscuirse en lo social y en la contingencia. La respuesta es simple. Se dice de ellos que son los historiadores informales de su contemporaneidad, porque siendo personas de gran sensibilidad que viven en una sociedad de la que no son ajenos, quiéranlo o no, lo que en ella suceda permeabilizará su creación. De hecho, sin que se menosprecie el papel que los historiadores cumplen, se sabe de la vida en la sociedad ibérica en tiempos de El Quijote gracias mayormente a Cervantes. Tal vez, sin Picasso y su Guernica, no podríamos siquiera imaginarnos cómo fue el nivel de crueldad del bombardeo sobre ese pueblo del País Vasco.
Así también, en nuestro país, una gran parte de lo ocurrido durante la dictadura aparece en el informe Rettig. Pero en él, así como en los tratados históricos, hay nombres, fechas y cifras, lo que es importante que se conozca. Mas no se habla ahí de sentimientos, los sentimientos de lo ocurrido los han mostrado los artistas en una mirada que se puede tornar peligrosa porque a los gobernantes no les es cómodo que haya quienes con mirada crítica los examinen. Esto será más fuerte directamente proporcional a lo conservadoras que las élites sean, situación que hará que no tengan interés en que se atente contra su estado de comodidad. Para ellos la censura siempre estará de su parte.
Para terminar, resulta importante considerar también otro tipo de censura que está presente hoy con fuerza. Es aquella en que los artistas temen publicar o expresar cosas que pudieran incomodar a los dueños de los medios para los cuales trabajen, o ir en contra de los intereses de los que auspician tales medios. Se trata de una situación que se puede dar ante regímenes de tipo dictatorial pero también en democracias. El temor a perder el empleo en una sociedad como la nuestra en que el trabajo resulta un bien escaso siempre estará presente.
La libertad de expresión junto al pensamiento crítico hacen crecer a las sociedades, ello convierte a esta dupla en admirada por los progresistas y sobre todo a la población más instruida, incluyendo incluso a personas pertenecientes a la élite. La censura por su parte, que en muchos casos resulta necesaria, al servir como limitante del pensamiento crítico es percibida de manera positiva por la élite conservadora y por el clero. Puntualizando que en ambos casos -en libertad de expresión y censura- existen y existirán excepciones.
Resulta difícil decir entonces con propiedad qué es más o qué es menos necesario o preferible, haciendo ver que la censura funciona muchas veces en su contra. Esto es, intentando ejercer su acción sobre una obra de arte, o hacia alguna expresión de la comunidad, basta que se sepa que habrá censura para ella para que se le desee conocer o experimentar. Conocido es el caso de Galileo ya expuesto, y podemos mencionar también a películas como “La última tentación de Cristo” que, bajo el argumento de que dañaba el honor de Jesucristo, la dictadura de Pinochet prohibió[ix]. No obstante, quienes tuvieron la posibilidad de verla en el extranjero se agolparon en los cines, tomando en cuenta que muchos de ellos tal vez no se habrían interesado en verla si no hubiera sido por su condición de prohibida. Un botón más de muestra: “nunca se bebió más alcohol que durante la prohibición de éste en USA”[x]. En efecto, tanto que los contrabandistas y los productores clandestinos amasaron fortunas. Es la razón por la que campañas contra el consumo de drogas se equivocan cuando escogen eslogan del tipo “No a las drogas”, porque esto, sobre todo en los adolescentes, resulta como un verdadero llamado a experimentar con el agravante de que en esa etapa del crecimiento aún no está maduro el cerebro.
Para terminar, como consuelo para los partidarios de la censura, incluyéndose en algunos casos a este propio autor, diremos que si bien a ella mayoritariamente no se la cataloga como aceptable, resulta mucho más inaceptable la autocensura. El libre pensador jamás debe autocensurarse.
REFERENCIAS
[i] https://dle.rae.es/cultura
[ii] Dean, Winton (1965). Georges Bizet: His Life and Work. London: J. M. Dent & Sons
[iii] https://www.zigzag.cl/crimen-y-castigo-f-dostoyevski.html
[iv] https://www.mnba.gob.cl/noticias/protagonistas-de-por-la-cruz-y-la-bandera-se-reunen-en-el-mnba-30-anos-de-la-iconica
[v] https://www.unav.edu/web/ciencia-razon-y-fe/lo-que-deberiamos-saber-sobre-galileo
[vi] POVEDA J.C. Infancias de Mazapán. Representaciones de infancia en la música del grupo Mazapán (UAH/Ediciones, 2023)
[vii] https://www.theclinic.cl/2011/10/11/salimos-de-la-tv-porque-no-quisimos-cantar-en-los-jardines-de-la-lucia-hiriart/
[viii] https://prezi.com/q3ezevg3uewo/la-influencia-de-la-generacion-literaria-nn-en-la-dictadura/
[ix] https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/114732#:~:text=El%205%20de%20Febrero%20de,responsabilidad%20internacional%20de%20nuestro%20pa%C3%ADs.
[x] https://historia.nationalgeographic.com.es/a/ley-seca-era-prohibicion-estados-unidos_12311
Autor Artículo: Martín Funes Amigo
Escritor, gestor cultural, investigador. Profesor de Estado y Mg. Psicología Social (USACH). Con diplomas en Cine y Drama (PUC), Guion Cinematográfico (Escuela de Cine de Chile), y Formador de formadores (USACH). Ha escrito unos 17 libros entre ficción y no ficción. Sus reconocimientos más importantes son el Municipal de Santiago, Juegos Literarios Gabriela Mistral 2019; el de Novela 1998, Consejo Nacional del Libro y la Lectura; y el Premio Nacional de Derechos Humanos 2015. Es vice-presidente de Corporación Letras Laicas.