El Tribunal Supremo del Estado de Washington ha decidido unánimemente que un florista no puede discriminar a las parejas del mismo sexo, en un fallo acogido por los secularistas estadounidenses. Curt Freed y Robert Ingersoll (en imagen Facebook de Strangerseattle),demandaron a una floristería, después de que el propietario dijo que proporcionar flores para una boda del mismo sexo sería contrario a sus creencias religiosas, según posteó Secularism.org.uk.
Los afectados habían sido clientes por largo plazo de la floristería, y tanto el dueño y como el operador, sabían que eran gay, en una relación prolongada relación de pareja.
El propietario fue descrito por la corte como «un miembro activo de la iglesia Bautista del Sur», quien dijo ante la Corte que no podía hacer las flores para la boda de los afectados debido a su «relación con Jesucristo» y «que sus creencias religiosas sinceramente sostenidas incluyen la creencia de que el matrimonio sólo puede existir entre un hombre y una mujer».
Argumentó que las leyes contra la discriminación no se aplican a su comportamiento y que si cumplen los estatutos «violan sus derechos constitucionales estatales y federales a la libertad de expresión, el libre ejercicio y la libre asociación».
El propietario dijo que ésta era la única ocasión en que se había negado a servir a un cliente. Después de esto, decidió sobre una «política no escrita» que los floristas no aceptarían solicitudes de ceremonias de bodas del mismo sexo. Esto se debió a su convicción de que «bíblicamente el matrimonio es entre un hombre y una mujer».
Ante la Corte expresó que la floristería había servido a clientes gays y lesbianas para otras órdenes no relacionadas con matrimonios del mismo sexo. Sin embargo, más allá de ello, resumió su punto de vista sosteniendo que «participar, o permitir que cualquier empleado de la tienda participe en una boda del mismo sexo, proporcionando arreglos florales personalizados y el servicio al cliente relacionado, equivale a aprobar la igualdad matrimonial para las parejas del mismo sexo».
Agregó que vender flores a granel equivale vender «materias primas», pero que la creación de arreglos florales estaría cruzando una línea donde su «imaginación y habilidad artística» serían usadas para «participar de manera íntima en una ceremonia de bodas del mismo sexo».
Uno de los contrayentes, Curt Freed, dijo que estaba «muy herido y molesto» después de la negativa. Después de la atención de los medios de comunicación sobre la historia y las manifestaciones de grupos religiosos, como la Iglesia Bautista de Westboro, la pareja abandonó los planes de hacer una ceremonia con cien o más invitados y tuvo una ceremonia mucho más pequeña en su casa con sólo 11 personas presentes.
La corte rechazó categóricamente el argumento discriminatorio de la floristería y respaldó el argumento de la pareja de la equivalencia al acceso a la ornamentación floral para su boda con el acceso a los derechos civiles en los años sesenta.
El tribunal concluyó: «Como todos los otros tribunales para resolver la cuestión ha concluido, que las leyes no sólo garantizan el acceso a bienes o servicios sino que sirven a un propósito social más amplio: erradicar los obstáculos a la igualdad de trato de todos los ciudadanos en el mercado». Realizar un «mosaico de excepciones por discriminación ostensiblemente justificada» significaría que el propósito del acceso a los bienes sería “fatalmente socavado».
La sentencia fue bien recibida por Unión Americana por la Separación de la Iglesia y el Estado, quien comentó: «La libertad religiosa es un valor fundamental de América, nos garantiza la libertad de creer o no, según nos parezca. Sin embargo, no da derecho a usar la religión como una excusa para ignorar las leyes que prohíben la discriminación».