Medios de comunicación neozelandeses informaron que el diputado laborista Chris Hipkins, (en la foto) presentó una enmienda para eliminar las leyes de blasfemia de ese país, las cuales sólo salieron a la luz cuando Stephen Fry fue objeto de una investigación sobre blasfemia en Irlanda. El intento para eliminar las leyes contra la blasfemia de los delitos contemplados en Nueva Zelanda, sin embargo, ha fracasado después de que el Partido Nacional y los parlamentarios del Partido Maorí votaron en contra.
El primer ministro Bill English dijo que el país podría «deshacerse» de esas leyes y que no sabía que permanecieran en el estatuto hasta el furor provocado por el caso de Stephen Fry.
Pero su partido rechazó el enfoque de Hipkins, y el miércoles el primer ministro dijo que quería «pasar por un proceso adecuado de discusión, en lugar de abordar sólo enmiendas espontáneas en el parlamento».
Agregó que cuando un proyecto de ley fuese debidamente presentado a la Cámara de Representantes esperaba que la ley de blasfemia fuera derogada. Mientras, el diputado Hipkins, describió el retraso como un «día triste para la libertad de expresión, tolerancia y liderazgo». «¿Qué autoridad moral ha condenado Nueva Zelanda a otros países por leyes draconianas contra la blasfemia – sostuvo – cuando tenemos una de las nuestras que rechazamos revocar?»
La presidenta de la Sociedad Humanista de Nueva Zelanda, Sara Passmore, dijo que el rechazo a la moción fue un «voto en contra de los derechos humanos» y que demostró que Nueva Zelanda tenía sólo la «ilusión de un gobierno secular». «Al negarse a retirar la ley de blasfemia de nuestra Ley de Delitos, el Gobierno está diciendo que no somos libres de criticar y desafiar todas las ideas. Esta decisión fue hacia atrás y no en línea con las tendencias internacionales.»
Stephen Evans, director de las campañas de National Secular Society, comentó al respecto en Inglaterra: «Todo país que mantiene estas leyes se socava cuando trata de defender los derechos humanos en el extranjero. Las leyes sobre la blasfemia son contrarias a la libertad de expresión y estas leyes deberían ser eliminadas lo más pronto posible. Socavar los valores de los países que los tienen, esperamos que el Primer Ministro tenga razón y que esta ley pueda ser derogada muy pronto».
En el ámbito de las religiones presentes en Nueva Zelanda, el arzobispo anglicano Philip Richardson expresó su apoyo a la derogación de la ley.
Sin duda el delito de bkasfemia está presente solo en los más atrasados países del mundo, tanto desde el punto de vista jurídico, como del imperio de los derechos de conciencia, de las libertdaes individuales y los derechos humanos en general.