- Como chileno radicado en Suecia, ¿qué experiencias ha tenido y que sean realmente buenos indicadores de la calidad de vida a los que en la actualidad ya se ha adaptado?
Radicarse en un país ajeno, conlleva, primeramente, reflexionar sobre la propia identidad, tanto personal e individual como grupal y colectiva. Supone también una transformación profunda de las nuevas circunstancias que se vivirán, y cuyo problema en torno de la identidad, se manifiesta de manera abrumadora. Como extranjero, se descubre en sí mismo atributos que nunca pensé que tenía. Parafraseando a Ortega y Gasset, uno es sus propias circunstancias.
Como foráneo, sientes y observas las diferencias que se originan en la interacción con la nueva cultura: idioma, apariencias, simbolismos, comportamientos, normas y tradiciones, por nombrar algunas. Es en este intercambio social en donde se presentan las primeras inquietudes sobre como debiera o quisiera ser en ese nuevo contexto. Es decir, el desafío intrínseco de saber en qué medida es necesario adaptarse y cambiar.
Una de las primeras y más reveladoras vivencias que experimenté en mi interacción con la cultura sueca, fue el profundo sentido de libertad personal que conlleva el vivir en Suecia. Libertad en su más amplio espíritu etimológico, al contar con la posibilidad de tomar decisiones y realizar cualquier acción que desee, sin estar determinado por una circunstancia externa.
Este respeto irrestricto a la libertad establece las bases de un fuerte sentido de comunidad y un alto nivel de compromiso cívico. Hay una valoración sublime al hecho de no exaltarse ante cualquier tema, sino contenerse y respetar las opiniones distintas de los demás. Significa buscar por todos los medios el consenso y no las diferencias, con el fin de minimizar los conflictos y posibles enfrentamientos que puedan surgir.
Una experiencia fascinante ha sido la interrelación con la palabra sueca lagom. Una palabra que no tiene traducción, pero que define mucho la mentalidad sueca: Ni mucho, ni poco, tan solo lo justo. El término, impregna profundamente la sociedad y el lenguaje suecos, desde el trabajo y la familia hasta la decoración del hogar, la comida, el cuidado del medio ambiente y mucho más. Este principio fomenta un equilibrio saludable entre el trabajo y el tiempo libre. El país también cuenta con un sólido sistema de permiso parental, que promueve la responsabilidad compartida en el cuidado de los niños y apoya la integración trabajo-familia. Los lugares de trabajo suecos se caracterizan por jerarquías más planas, es decir, hay un fuerte énfasis en la colaboración y la toma de decisiones por consenso. Esto desalienta la ostentación individual y, por cierto, el excesivo énfasis en el logro personal, todo lo cual influye sutilmente en una preferencia por el éxito del equipo y la humildad.
Al final, el desafío fundamental es encontrar el lagom personal: ¿qué es lo que te hace feliz?, ¿cómo podrías vivir mejor sin que por ello tengas que hacer grandes sacrificios?; ¿qué podemos hacer por los demás para mejorar su vida y, a la par, la nuestra? Me parece que lo requerido es encontrar aquello que nos hace felices y lo que funciona para nuestro propio y único bienestar mental.
- De la experiencia de escolaridad inicial recibida en Chile, ¿qué aspectos de esa formación valora considerando la realidad de origen comparativamente con la sueca?
Creo que todas las universidades, independientemente de su país de origen, se ven a sí mismas como centros intelectuales cuyo principal objetivo es expandir la formación y el aprendizaje en el desarrollo integral del individuo, fomentar el pensamiento crítico, la investigación científica como también contribuir en el debate social.
Hay distintos aspectos que valoro de mi formación profesional en Chile que están en completa consonancia con la formación recibida en Suecia. Uno sumamente importante es el espíritu de servicio entendiendo por esto la preocupación por los demás e involucramiento en sus necesidades más allá de las exigencias u obligaciones. Esto se plasma en la entrega desinteresada en lo personal y en el ejercicio profesional, para contribuir a la sociedad.
Otro aspecto muy importante y central es el sentido de la libertad académica, vale decir, la posibilidad de desarrollar nuestras capacidades con plenitud para sentirse protagonistas de nuestros propios destinos y alcanzar la realización como individuo, por medio del correcto uso del intelecto y de la voluntad.
Es aquí donde el sentido ético se transforma en el pilar fundamental de la formación en sí misma. Se trata de una actitud ante la vida, de un compromiso permanente y preponderante de relacionarse y cumplir con el medio social de acuerdo con las normas morales.
No se puede dar sentido a la libertad académica sin un orden que implique la instauración de un contexto de armonía y equilibrio. Ello se requiere para encontrar un camino coherente, con el fin de seguir y conocer los pasos que deben darse y superar los obstáculos para llegar a donde se espera. Sin embargo, esto no basta, es necesario, además, un riguroso apego a la consistencia, que nos permite perseverar en nuestras acciones autoimpuestas cotidianamente, lo cual robustece la voluntad para no abandonar el camino.
- Conociendo la realidad que actualmente vive, ¿qué recomendaría valóricamente para optimizar la formación profesional lograda en Chile? (En este caso, ello se refiere a su formación en comparación con la mentalidad sueca o bien, como una generalidad).
En Suecia todo el mundo puede acceder a una formación, sin importar su edad, origen étnico o social, discapacidad o sexualidad. Por ese motivo, existe una gran diversidad en las escuelas superiores y universidades suecas. Este país nórdico pone un fuerte énfasis en la educación, y una gran parte de la fuerza laboral posee formación superior. Esto crea una masa social capacitada e impulsada por el conocimiento.
La calidad formativa en Suecia se percibe como un verbo que está en constante acción. La educación profesional, por lo tanto, se entiende cómo un aprendizaje permanente (lifelong learning), es decir, un proceso estable que se esfuerza en otorgar contenidos flexibles con el ánimo de fomentar y fortalecer el desarrollo personal y profesional.
Para ello hay que tener objetivos profesionales claros y perfectamente determinados con una definición más bien transversal y especifica que cubran las demandas individuales y sociales.
Los planes de estudios humanísticos suecos se han desarrollado para adaptarse a las cambiantes exigencias de la sociedad y el mercado laboral, con un equilibrio entre cuatro elementos hermenéuticos: las dimensiones cognitivas, estéticas, prácticas y morales.
Estos planes de estudio navegan desde el pensamiento crítico y la colaboración, con influencias de tradiciones humanistas y progresistas pasando por el desarrollo personal del individuo y los valores democráticos, equilibrando el perfeccionamiento intelectual, estético y práctico. Hoy en día hay un reforzamiento de la base científica y la competencia digital para preparar a los estudiantes para un mundo globalizado y digitalizado, incorporando elementos de las tradiciones educativas clásicas y pragmáticas.
Chile y Suecia comparten muchos de estos valores, pero con diferentes énfasis. La enseñanza en Suecia se enfoca en el pensamiento crítico y el trabajo autónomo. Se espera que los estudiantes asuman una gran responsabilidad por su propio aprendizaje. Los trabajos en grupo y las discusiones son formas comunes de enseñanza donde no hay espacio para la memorización y la reproducción del conocimiento.
Las universidades suecas suelen ofrecer una estructura flexible donde los estudiantes pueden combinar diferentes cursos para armar su propio programa, su propia ruta educativa.
Suecia se enfoca en maximizar el beneficio económico de la educación mediante el desarrollo de competencias demandadas en el mercado laboral. Se reconoce la importancia de la ciudadanía y el aprendizaje a lo largo de toda la vida para formar ciudadanos conscientes y responsables. Esto se ha logrado, he insisto en ello, gracias a un sistema educativo que busca desarrollar el pensamiento crítico y la capacidad analítica para navegar en un mundo complejo y contribuir al desarrollo de la sociedad.
Entrevista realizada pro Rubén Farías Chacon.
Claudio Andrés Angulo Suarez: Periodista y Doctor en Comunicación Organizacional, Universidad de Uppsala. Suecia.
Jefe del Departamento de Asuntos Laborales, Uppsala Kommun.