El Budismo Zen y el Té en Japón: Sus orígenes e influencia cultural

Por Blanca Carrasco.-En el actual mundo globalizado en el que existimos y asistimos tanto de protagonistas como de espectadores, no es de extrañar, que una tradición tan lejana y diferente a la nuestra, esté –en algunos términos– en tendencia, y tanto el budismo como el té, sean parte común tanto del vocabulario como de los gustos de muchos en occidente.

La búsqueda de los orígenes siempre ha sido un elemento trascendental a la hora de construir nuestra historia, y en el caso del Budismo Zen y del Té o más específicamente del Chanoyu (ceremonia del té japonesa), veremos que están íntimamente e indisolublemente relacionados desde un principio, llegando a ser cual piedra clave, sustento de toda la cultura japonesa hasta el día de hoy.

Conocer los orígenes del budismo Zen, es remontarse en un recorrido por el tiempo y por la geografía del continente asiático. El budismo nace en el norte de la India, cuando el príncipe Sidharta Gautama, el Shakiamuni, decide huir de su vida de palacio y entregarse al ascetismo, sin embargo, las enseñanzas recibidas y una práctica extrema hasta el punto de la inanición, no fueron suficientes para él y decidió sentarse a meditar en absoluta inmovilidad hasta obtener la perfecta comprensión (Maillar,49-50), allí fue que obtuvo el “Despertar” convirtiéndose en el Bhuda. 

“El núcleo de la enseñanza consiste […] en la concienciación de todos los actos propios, internos y externos, y el abandono de los intereses personales en todos los campos. El budismo no es un sistema de creencias sino una progresiva depuración del propio ser mediante el mantenimiento de una actitud de constante observación. El budismo es, ante todo, un método de autoconocimiento”. (Maillard,50). Si se quiere una definición del budismo, considero que el texto anterior, es una de las más sencillas de comprender. Sidharta no deja escritura, sus enseñanzas fueron transmitidas oralmente a través de sus discípulo, y estas luego al pasar al lenguaje escrito, se transformaron en los Sutra: (que se traduce literalmente como hilo de un collar) enseñanzas de Bhuda.

Después de medio milenio de existencia, habían surgido diferentes interpretaciones de la enseñanza de Buddha: el dharma, dividiéndose en dos grandes ramas: la primera llamada budismo primitivo o Theravada (pequeño vehículo), que pretendía representar la pura doctrina original, y la otra corriente llamada Mahayana (gran vehículo) más innovadora, en donde el Bodhisattva: figura del despertar y de la compasión, cobra gran importancia. Ambas corrientes se expanden por Asia, siendo la Mahayana, la que llega a China, el Tíbet, Mongolia, Corea, Japón y de Japón a occidente. (Brose,13-14).  Según la tradición, el emperador Ming de la dinastía Han (58-75 d.c) fundó el año 73 d.c. el primer monasterio budista en China llamado “del caballo blanco” cerca de Lo-yang, la capital. (Brose, 14) así, se estableció una primera comunidad budista en la capital del Imperio Han, traduciéndose los primeros textos desde el sánscrito. En China, el budismo se encuentra con el taoísmo produciéndose un sincretismo entre estas diferentes formas de intuir el mundo: la india; abstracta y musical y la china; concreta y pictórica, gracias a la similitud en los conceptos de vacío, samsara y nirvana, ((Maillard,49) surgiendo posteriormente, una rama de lo que se conoce como el budismo tch´an o Zen en japonés, y en donde no solo se transmite la palabra sino también el arte del trazo y otras tradiciones y que luego conformarían toda una estética, y que en el japón del siglo XIII alcanzaría su máximo refinamiento.

La leyenda del Zen cuenta que fue el maestro indio Bodhidharma que llega a China el 520 (Pao-lin tch´uan indica como fecha exacta el 21 de septiembre del 527). Durante nueve años permaneció en contemplación meditativa y se cuenta que, para no quedarse dormido, se arrancó los parpados y que éstos al caer al suelo, brota la planta del té (Maillard,55) Es a partir de aquí, que el Zen se une al Té formando una alianza que permanece a pesar de los siglos y de los diferentes procesos históricos, llegando a Japón por primera vez a través de una imagen de Budda enviada por Corea en el período Asuka ( 538-671 d.c) y en donde el clan Soga (de origen coreano) al emparentarse con la familia real, el budismo hace su entrada oficial convirtiéndose luego en religión de estado.

En China, entre los años 760 y 780 d.c. durante la dinastía Tang, aparece el “Cha Jing: el primer libro del té” o el “libro sagrado del té” escrito por Lu Yu (733-804 d.c) también conocido como el “santo chino del té”. Cuenta la leyenda que fue un huérfano recogido por un monje del monasterio Nube de Dragón, y que, al negarse a tomar los votos de monje, se escapa, no sin antes haber aprendido todo sobre el té; bebida cuya tradición indica surge en el sur de China expandiéndose luego al norte para luego convertirse en una tradición nacional. En esta obra, se percibe la influencia del pensamiento del budismo zen, del taoísmo y el confucionismo, y en la forma de ver en lo particular la expresión de lo universal, explicando de manera poética la armonía que existe entre las cosas (Lu Yu,8)

  “ El Cha Jing considera que todo lo que rodea al té es una parte muy importante de este orden cósmico, por lo que la preparación y elaboración del té, es un símbolo de la armonía con el universo[…]todos los detalles de la vida deben de cuidarse y de celebrarse, que se debe tratar de encontrar la belleza en todo y buscar la tranquilidad y la armonía en la vida, empezando por el momento de la preparación y de beber el té […] la recolección, elaboración y preparación del té, rozan la religiosidad, hablándose de casi una religión del té, donde se regulan todos los elementos que en éstas intervienen” (Lu Yu, 7).

El té y el proceso de elaboración y consumo, ha pasado por las siguientes etapas:

-El té hervido de la dinastía Tang (618-917 d.c)

-el té batido de la dinastía Song (910-1279 d.c)

-el té hervido de la dinastía Ming (1368-1644 d.c)

Siendo el té batido de la dinastía Song, el que llega a Japón, introducido principalmente por monjes budistas difundiendo con ello, la importancia del ritual que siglos después, culminaría en la ceremonia del té japonesa o Chanoyu. Es gracias en esta forma de beber el té, que se desarrolla todo un halo estético en donde la artesanía y el arte son lo mismo: la cerámica, el incienso, la arquitectura, la caligrafía, el papel, el textil y todos los elementos naturales, se conjugan en una sinfonía exquisita; una hierofanía cósmica que sólo se revela a quien es introducido en este arte.

“El arte del té es la expresión estética de una simplicidad original, su ideal acercarse a la naturaleza, se realiza resguardándose bajo un tejado de paja en una habitación que apenas tiene tres metros y medio de lado, pero que debe estar artísticamente construida y amueblada. El zen aspira también a despojarse de todas las envolturas artificiales que ha inventado la humanidad” (Susuki,345). Si bien es cierto, el té ya se conocía en Japón desde hace siglos, fue en el período Kamakura (1185-1338 d.c) donde el monje japonés Myoan  Eisai (1141-1215 d.c) quien de sus viajes China, además de traer la tradición Rinzai a japón, trajo semillas de té que cultivó en el monte Sefuri ubicado entre la prefectura de Fukuoka y Saga. Además, regaló semillas a Myoue Shounin, un monje del templo Kousan-ji, dando comienzo a la historia del té en la región de Uji. Luego vino Dai-o, maestro zen (1236-1308 d.c) junto con varios otros maestros, finalmente llegando a Ikkyuo (1394-1481d.c) que enseñó a su discípulo Murata Shukou (1422-1502 d.c) quien desarrollo y adaptó al estilo japonés convirtiéndose en el fundador del arte del té.Más tarde Joo-ou (1504-1555 d.c) y especialmente Sen no Rikyu (1522-1591 d.c) le dieron el toque final a esta ceremonia.

Tanto Eisai, como Shukou presentaron el té ya sea como medicina o como arte a sus respectivos shogunes, vinculando el té y su tradición, a la nobleza. Sin embargo, fue Sen no Rikyu quien elevó la ceremonia del té a su actual expresión, dando posteriormente la posibilidad de que este arte sea también disfrutado por todo el pueblo.

Uno de los aspectos más importantes de la tradición Zen es la forma de transmisión de la enseñanza de maestro a maestro, siendo la forma Ishin den Shin (de mente a mente o de corazón a corazón) una de sus máximas. Gracias al maestro Rikyo, se suma la frase Ichi go Ichi e (solo por esta vez- una vida, un encuentro) y en conjunto al wa-kei-sei-jaku (armonía-reverencia-pureza-tranquilidad) forman la triada fundamental de toda una tradición y construcción cultural del Japón que reconocemos como única hasta el día de hoy.

Bibliografía

  • Brosse,J.(2007). Los maestros zen.(segunda ed.) Barcelona, España. Mandala.
  • Kakuzo,O.(2020).El libro del té.(séptima ed.)Madrid, España. Miraguano Ediciones.
  • Kyusu Teas. La vida de Eisai.https://www.kyusuteas.com/eisai.Consultado el 10 de diciembre de 2023.
  • Lu Yu.(2011). Cha Jing, el primer libro del té.( primera ed.)Madrid, España. Ediciones Librería Argentina.
  • Maillard.C.(2008). La sabiduría como estética china: confucianismo, taoísmo y budismo.(primera ed.). Madrid España. Ediciones Akal S.A.
  • Suzuki,D.T.(2022). El zen y la cultura japonesa. (primera ed.).México. Paidós Orientalia.

Autora del Artículo

Blanca Carrasco Valencia.

Diplomada en Historia del Arte UAI
Actualmente cursando Pensamiento y culturas asiáticas de la PUC.
Creadora de Kimono Garden SpA y miembro de Letras Laicas.

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