Rubén Farías Chacón
Según el informe de la ONU Perspectivas de la Población Mundial de 2019 se prevé que, para 2050, “el número de personas mayores de 80 años se triplique, pasando de 143 millones a 426 millones”[1]. Esta realidad demuestra que el envejecimiento de las sociedades se está convirtiendo en un problema global.
Aunque la información anterior solo indica cifras del hecho en cuestión, reflexionar acerca de él puede ser triste o fascinante. Triste, porque quien se concentre en una meditación —simple o profunda— e intente encontrar alguna explicación sobre expresiones de la vida que hasta el presente siguen siendo desconocidas, con seguridad sentirá la impotencia de carecer de respuestas que satisfagan su curiosidad, salvo opiniones y creencias que forman parte de la cultura de todo pueblo. Pero el problema también es fascinante, debido a que existen muchos otros igualmente preocupados del envejecimiento y su realidad en la convicción que sus enigmas encierran la cautivadora y atractiva ocasión para estudiar e investigar las sorprendentes maravillas de la naturaleza y sentir la satisfacción de ir, poco a poco, descubriendo lo que existe y que hasta ahora se desconoce.
No obstante, en la cotidianeidad de la vida y la emocionalidad que ella conlleva, es difícil no tratar de comprender cabalmente que el envejecimiento es el oportuno aviso de la naturaleza en cuanto a que el proceso de vida de la persona, comienza a declinar hasta un final al que todos llegaremos y que, mientras tanto, ello no es sino la irreversible espera de su término.
Para todos, sin embargo, el hecho no es solo la etapa final de la existencia, sino también el desaparecimiento definitivo de la condición de ser humano que somos y que, en el instante menos pensado, dejaremos de serlo.
Si bien el acto biológico del envejecimiento responde a un proceso irreversible que afecta a todos los seres vivos, esto no se produce en todos por igual. En el particular caso del ser humano, el envejecer “constituye una experiencia única, heterogénea y su significado varía dependiendo de la connotación que cada cultura haga de él. Se entiende como un fenómeno multidimensional que involucra todas las dimensiones de la vida humana”[2].
En el proceso de envejecer, si bien representa el lento paso de un estado de vida a otro, sus manifestaciones físicas comienzan a demostrarse también con variadas diferencias entre los afectados. Cuando los problemas físicos no son mayormente relevantes en su influencia para el estado de vida de la persona que inicia su vejez —y que, por lo general, son los menos— ello puede expresarse como la propicia ocasión para evaluar sus propios resultados obtenidos a través de la vida vivida.
La experiencia en este sentido es un excepcional recurso de informaciones que debe ser conocido por la siguiente generación. El desfase temporal con las nuevas descendencias no debiera ser mayor obstáculo para la relación intergeneracional. Esto se logra cuando lo educativo —a partir de la elaboración de planes de estudios e investigaciones— genere las bases culturales e interrelacione las diversas visiones de mundo. Para ello, la organización de un sistema científico de atención social constituido por especialistas de los más diversos sectores vinculados directa e indirectamente a este período de la vida es primordial. Dichas relaciones son fundamentales para buscar y encontrar las soluciones requeridas a las consecuencias de la vejez, como también respecto del rol de ella y su importancia en el contexto del desarrollo social.
Así, se espera la colaboración de los mayores a fin de ayudar a los jóvenes a comprender lo que significa la posibilidad de fortalecer la práctica y el conocimiento de vivir gracias la calidad de los saberes recibidos de parte de sus antecesores. No se trata, sin embargo, de hacer de esta herencia intelectual una completa utilización de ella, pues es obvio que habrá muchos elementos e interpretaciones que no respondan necesariamente a las futuras épocas. Se trata, simplemente, de rescatar sus fundamentos, cuya validez debiera ser proyectada en la comprensión del devenir que se avecina, ayudando a innovar en las diferentes posibilidades de estilos de vida que se presentan y contribuyendo al aporte de valores que contribuyan de manera positiva a las condiciones en las que los futuros descendientes deban vivir.
Como se aprecia, las vivencias sentidas a través del envejecimiento es una cuestión de educación y cultura. Esto supone la existencia de un enfoque político de organización social con visión de futuro, no solo relacionado con las nuevas generaciones, sino también pensando en la responsabilidad que significa coexistir con la anterior y convivir equilibradamente. Por consiguiente, cada experiencia representada por este sector etario, constituye una fuente de saber necesaria de considerarla como un significativo complemento colaborador en la renovación de la cultura social y cuyas visiones de vida sean compatibles con el nuevo tiempo que adviene y las diversidades que lo acompañan.
En la actualidad y por lo general, toda persona toma conciencia de su envejecimiento como un estado de vida no saludable, es decir, como una condición de vida que no contribuye a su propio bienestar dado que, a través de los años, le produce muchos problemas que gradualmente le deterioran su autonomía personal. Pese a esto, no debe olvidarse que el envejecimiento es algo naturalmente irreversible y que la condición de tener un estado de vida saludable depende, además, del entorno psico-socio-económico y cultural en el que la persona viva. Socialmente, sin embargo, la existencia de este entorno es responsabilidad de la visión política de cómo se gestione integralmente la administración de la realidad social y cuya responsabilidad es un compromiso de todos, sin distinción alguna.
¿Estamos en Chile preparados para comprender la importancia de la vejez, su influencia en la estabilidad social y sus aportes en la vida cultural?
[1] https://population.un.org › wpp › Publications
[2] ALVARADO GARCÍA, Alejandra María y SALAZAR MAYA Ángela María: Análisis del concepto de envejecimiento. En: Gerokomos, Revista de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica, vol.25 no.2 Barcelona jun. 2014. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1134-928X2014000200002