El miedo, visión desde las ciencias médicas: Su manipulación científica

Haremos una primera aproximación desde las ciencias médica: su ubicación anatómica en el cerebro, su fisiología, las consecuencias médicas y psicosociales; finalmente su manipulación científica.

El miedo es una emoción primaria en todos los animales, incluyendo al homo sapiens, hombre y mujer.

El miedo (reacción psico-fisiológica) es una emoción primaria de tono desagradable, de función adaptativa hacia un estímulo interpretado como un riesgo, o un peligro de agresión a la integridad de la persona, el cual puede ser verdadero o imaginario. También puede ser al recuerdo de un pasado, o miedo al futuro incierto, obviamente además del presente.

La experiencia del miedo también es motivo de análisis en nuestra sociedad porque tiene muchas otras perspectivas de estudió que rebasan la biología de la fisiología humana. Así, tenemos el miedo como arma política, el miedo como argumento de convicción religiosa (“temor de Dios”), el miedo como herramienta machista en la relación de pareja y el miedo como agente de poder social, etc.

Base neurológica: El miedo tiene su centro en un núcleo neurológico ubicado en el sistema límbico conocido como amígdala (y otras zonas prefrontales). Se procesan allí lo recogido por los órganos de los sentidos relacionados con las posibles amenazas a la integridad de la persona.

Respuesta somática (corporal): El miedo, como respuesta produce modificaciones fisiológicas: aumenta el ritmo cardiaco y la presión sanguínea, también la respiración se acelera, se dilata la pupila, aumenta el tono muscular general; provoca la liberación de hormonas: adrenalina, serotonina, oxitocina, dopamina y endorfina. El cortisol es la hormona principal del estrés causado por el miedo. Todo ello prepara al individuo para la defensa o el ataque protector de su integridad. A nivel cognitivo también hay una alerta. El miedo se asocia con la ansiedad y baja el nivel de eficiencia del sistema inmune.

El miedo sostenido en el tiempo daña fisiológicamente a la persona, tanto somáticamente como mentalmente. El riñón es un órgano muy sensible al miedo, especialmente cuando este es prolongado en el tiempo, produce bloqueo de la energía renal y también incontinencia urinaria. Otros síntomas somáticos negativos son los dolores en el pecho y en la boca del estómago, dolor de cabeza, trastornos gastrointestinales, y agudización de patologías preexistentes.

Efectos psicológicos: A nivel mental puede producir ataque de pánico, insomnio, pérdida del apetito; además, nos hace más vulnerables e inseguros, con pérdida de la confianza e incluso de la autoestima, todo esto agudiza el proceso patológico del estrés.

El miedo en su máxima expresión es el terror y cuando el miedo es relacionado con el futuro se manifiesta como ansiedad, la que será patológica cuando haya una sobre reacción y sea prolongada en el tiempo. Por otra parte, para la sicología conductista el miedo es algo aprendido, por tanto, puede ser manejado por alguien interesado en producirlo. Para el modelo de la sicología profunda esta emoción está relacionada con un conflicto básico, inconsciente y que aún no ha sido resuelto.

El miedo es una emoción básica y nos prepara para reaccionar ante las posibles amenazas; no es patológico, ni anormal; pero puede constituirse en patológico. Para ejemplificarlo citaremos: La agorafobia que es un trastorno de ansiedad y miedo a visitar lugares ajenos con un agudo sentimiento de indefensión; la escopofobia es un miedo a que alguien la mire fijamente, es una timidez extrema patológica; finalmente, la glosofobia es el miedo a hablar en público (voz temblorosa, sudoración y temblor muscular).

Los miedos van condicionando las conductas, interfiriendo la razón en la toma de decisiones, lo que altera -obviamente- el comportamiento de la persona. Los miedos perturban los demás sentimientos, a los cuales inhiben o modifican, derivando en un proceder errático que enturbia la relación social. Además, también existen los “pequeños miedos”, que la propia persona va incorporando a su mundo conductual: subir algún tipo de escaleras, visitar ciertos lugares, comer algunos productos, subir en ascensores etc.

El prejuicio es otra forma en que el miedo tiene una expresión. Según la Real Academia de la Lengua, es: “juzgar de las cosas antes del tiempo oportuno, o sin tener de ella cabal conocimiento.”. Pero, si bien es cierto el prejuicio no es un miedo sino un apresurado juzgamiento de las cosas vale la pregunta ¿Cómo llegó a juzgar sin conocimiento? Entonces, una de las posibilidades puede ser el miedo construido por información errónea, propaganda distorsionadora, maledicencia inductora de temor, lo que va construyendo el perjuicio en sus primeras etapas, poco a poco, al punto tal que después la persona puede no tener claras respuestas del porqué de su temor.

El dogma, según la RAE es: “una proposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de una ciencia”. Los dogmas no sólo tienen relación con la moral de una religión, también las personas suelen “construir pequeños dogmas” no confesados, personales, íntimos, o de su grupo social. Son “dogmas” defendidos con opiniones tajantes, como los verdaderos dogmas (sin fundamento científico, o lógico al menos) pero que para esas personas son verdades indiscutibles y su férrea defensa se manifiesta con conductas también temerosas que alteran su comportamiento social.

El problema es más sensible y preocupante cuando el miedo es estimulado circunstancialmente por terceros ajenos, que, finalmente, hacen actuar a las personas de un modo condicionado según los intereses de quienes están manejándolos. Es una amenaza para la sociedad el uso del miedo como herramienta de manipulación individual y social, para conducir las conductas en el sentido que beneficie al manipulador, sea este político, religioso, líder social, autoritarismo matrimonial, o laboral, etc.

Sociológicamente, el miedo puede no tener solo un componente biológico, o sea una amenaza real a la integridad física y mental, puede -además en gran medida- tener un componente cultural y desde esta perspectiva, es importante analizarlo desde el punto de vista del concepto “los inductores del miedo”, o sea personas, grupos, instituciones, agentes económicos que están interesados en inducir el miedo a personas, grupos sociales vulnerables, sectores poblacionales ignorantes, o con poca capacidad de crítica, con el propósito de favorecer ciertas ideologías, sistemas económicos, corrientes políticas o religiosas, etc.

Entonces, tenemos que abordar el miedo como una emoción construida bio-culturalmente, y desde esta perspectiva, el manejo del miedo puede ser una práctica habitual de una institucionalidad manejada por grupos sociales, o personas, interesados en derivar las conductas de la gente a sus ocultos intereses. Los medios de comunicación de masas pueden jugar -y de hecho así es- un papel muy importante como vehículos para difundir ideas, conceptos o narrativas que produzcan rechazo y miedo, o aceptación sin analizar previamente, según convenga. La propaganda en esa línea no necesita ser grandilocuente, tal vez es mejor en “pequeñas dosis”, pero con persistencia en el tiempo para que vaya finalmente adentrándose inconscientemente en la gente, produciendo un miedo que la persona no advierte de su origen, pero latente en su conciencia para los propósitos de “los inductores del miedo”.

Estos códigos inducidos culturalmente influyen para que esas personas, o grupos sociales según sea el caso, respondan conforme a las ideas que han sido inducidas para asignarle a ellas más credibilidad y valoración y sin tener que ser sometidas a un análisis racional. Es así como en todas las culturas el mecanismo del miedo ha sido usado como herramienta de sometimiento; por ejemplo, el jefe de la tribu, el dictador del país, el líder extremista, el poder económico reinante, el “supremo espiritual” de la secta, todos lo han usado para el logro de sus fines, a veces incluso con violencia, en otras con propaganda persistente infundiendo el temor para convencer de sus oscuros propósitos.

La ambición de poder y el miedo conforman un binomio psico-sociológico que se nos muestra, ya sea en la política, en la discriminación racial y la social, en el juego financiero, etc. y han estado ligados en la historia tanto o más que el sometimiento por las armas y la guerra.

Las ciencias humanistas y el estudio científico de la conducta humana han permitido que el manejo del miedo -para bien y para mal- se haya sofisticado y perfeccionado, por tanto, ahora hay formas más efectivas, sutiles y crueles de manejarlo por parte de los “inductores del miedo”, lo que les ha permitido tener un mayor control de los resultados, perfeccionándolo así a niveles insospechados. Pero, para no ser tan pesimista, en el otro extremo, el manejo médico (psiquiátrico, sicológico y farmacológico) también ha tenido grandes y beneficiosos progresos en lo que respecta a la terapia del miedo en sus distintas formas: crisis de pánico, ansiedad crónica, fobias. etc.

Actualmente el mundo occidental está violentamente estimulado y regido por el consumismo, conforme a la economía social de mercado. La propaganda para activar las necesidades de “comprar y comprar”, aunque no sea de primera necesidad, es abrumadora y persistente. Este es un buen ejemplo del uso de la sicología y sociología aplicada a la manipulación de las conciencias, para capturar y manejar las necesidades sociales. Así mismo, toda esta experiencia científica ahora también es aplicada a la manipulación política, económica y de otros órdenes. Así mismo, el miedo inducido sutilmente, con el uso de las técnicas del mercadeo comercial, es aplicado en las grandes decisiones políticas, especialmente en las campañas previas a las votaciones. Se observa en las noticias de los informativos de TV como se manipula el miedo con noticias supuestamente imparciales, pero con un mensaje casi subliminal frecuentemente no advertido por el televidente.

Las encuestas de opinión que “solo le quitaran un pequeño tiempo”, son un buen ejemplo del estudio científico de las conductas humanas, para extraer conclusiones y perfeccionar las tecnologías de la propaganda y las ventas. Se busca facilitar la respuesta corporal, pero de modo más importante la respuesta conductual, para producir un rechazo y oposición según el caso, en el sentido programado y deseado por el “inductor del miedo”.

Otra área en que a diario podemos observar la narrativa de estar viviendo en una “cultura del miedo” es la inseguridad ante la delincuencia, sea el robo, asalto, violación y todo tipo de agresiones delictuales. La propaganda política – frecuentemente- se encarga de guiar ese miedo para que sea coincidente con las proposiciones partidarias que prometen dar mayor protección a la población y por ende inclinar las simpatías a su sector.

En conclusión, tenemos que el miedo, siendo una emoción natural de defensa, que tiene un importante valor adaptativo, consciente o inconsciente, ha sido usado y aprovechado a través de la historia más que cualquier otra emoción, para la manipulación de las personas y finalmente el control de toda la sociedad.

Haciendo un ejercicio de introspección: ¿usted ha pensado que puede también ser objeto de la manipulación de sus miedos?

BIBLIOGRAFÍA:

.- https://www.researchgate.net/publication/350485321_psicologia_del_miedo

.- https://www.redalyc.org/pdf/316/31602307.pdf

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.- https:// psiquiatría.com

.-Libro, LA LIBERTAD, capítulo La libertad interna (pág. 17-43) Edgardo Hidalgo Callejas, Editorial

             librería y servicios generales Occidente S.A. Número: ISBN 978-956-9360-32-9

Edgardo Callejas

Autor Artículo: Edgardo Hidalgo Callejas

Fue director de la Escuela de Kinesiología de la Universidad de Chile (1990-2000), Profesor de la Escuela de Danza de la Universidad de Chile (1968-1996), Consultor de la Oficina Panamericana de la Salud y Fundador/Primer Director de la Escuela de Kinesiología de la Universidad de Concepción. Es autor de varios libros: El movimiento es vida (2014); La libertad ¿somos libres realmente? (Ensayo filosófico valórico, 2019) y La historia cómo yo la viví (septiembre, 2021). Miembro del equipo editorial de Iniciativa Laicista.

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