“En una sociedad dominada por el miedo, la libertad se convierte en un lujo que pocos pueden permitirse” Naomi Klein
Es atingente tener una definición del miedo: son emociones en las que los seres humanos reaccionamos frente a lo que ocurre a nuestro alrededor, es una sensación desagradable e intensa ante la percepción del peligro real o imaginario. Se podría decir que son emociones básicas que compartimos tal cual muchos animales, la consecuencia suele ser huir ante el peligro, evitarlo o combatir la causal. Recuerdo muy bien el terremoto del 28 de febrero en Chile; iniciado el fuerte movimiento sísmico, mi gato regalón huyo despavorido, y nunca más lo encontré a pesar de su búsqueda. Los psiquiatras consideran las emociones como una de las funciones más primitivas, ya que sirven para prepararnos para la supervivencia, para dar una respuesta rápida y eficaz ante una amenaza. También las consideran mecanismos de defensa, puesto que funcionan como alarmas psicológicas que avisan de amenazas para la integridad física y el bienestar del ser humano.
Existen diversas manifestaciones del miedo o expresiones, esto se traduce en lo cognitivo: transforma los pensamientos e imágenes negativas acerca del estímulo o situación temida. En lo fisiológico, provoca cambios corporales que originan situaciones desagradables como la aceleración del ritmo cardiaco y la respiración, entre otros. Conductualmente, origina acciones que estimulan a paralizarse o llorar. Neuronalmente, afecta a una región del cerebro denominada amígdala, en la cual se regulan las emociones, todo esto asociado a las diferentes tipologías que lo identifican, tales como el miedo real, miedo irracional, miedo normal, miedo patológico y también el miedo social que es el que me interesa desarrollar en este ensayo, en el cual ocurre en respuesta al estímulo externo que se presenta en un plano social. El miedo que nace de la sociedad tiene consecuencias para ella. Actúa como un mecanismo de cohesión social, pero que también es un catalizador que impide la acción colectiva, limitando la creación de los individuos y el desarrollo de sus potencialidades.
La sociedad en su conjunto, sin acción colectiva, carecería de sentido, ya que dicha actividad es la que permite edificar una comunidad con sentido de pertenencia hacia sí misma. (Laura Rojas, 2016, p. 5). Por esto, una sociedad sin acciones comunitarias tendrá un constructo social muy débil, teniendo como resultado una sociedad fracturada por la individualidad y la ausencia de relaciones sociales que permitan la construcción de comunidades que trabajen por un bien común. Podemos señalar que el miedo es un agente transversal en la historia de la humanidad, siendo un elemento fundamental en la vida de todos los ciudadanos y que gesta mucha actividad o al contrario puede llevar a la inactividad.
La cultura del miedo (Amanda Estévez Strancari, p. 1) es un fenómeno social en el que el miedo se convierte en el elemento central de la vida cotidiana y la forma en que las personas perciben el mundo que les rodea, la cual se caracteriza por la percepción de amenaza constante y generalizada en la sociedad. En este contexto, los individuos tienden a sentirse inseguros, ansiosos y temerosos, esto podría llevar a conductas de evitación, vigilancia constante. y a la adopción de medidas extremas para protegerse a sí mismos y a sus seres queridos Esta es una aproximación a este fenómeno muy complejo y multifacético. Los medios de comunicación y la política juegan un rol importante. Se podrá dar una luz de esperanza tratando de entender esta fenomenología social, y hacer algo para desmantelar esta cultura del miedo o minimizarla; trataré de dar una luz al respecto.
Es interesante plantear que esta cultura del miedo no solo forma parte del siglo XXI, también lo vemos reflejado en siglos anteriores. Según el historiador Jean Delumeau, evoca los miedos vividos por nuestros antepasados en un período crucial de la historia europea, del siglo XIV hasta mediados del siglo XVII, es decir desde la aterradora peste Negra de 1348 hasta el final de las guerras religiosas. Fueron trescientos años en los que la historia ve el paso de la Edad media a los tiempos modernos. Delumeau observa que se ha dado mucha importancia a figuras renacentistas excepcionales, como Leonardo da Vinci o Erasmo de Róterdam. Este fue un gran defensor de la educación, pues creía que era la mejor manera de reformar la iglesia medieval, y se le dio menos relevancia a la exacerbación de obsesiones, como el terror a Satanás, también el temor a la llegada del Anticristo y del Juicio final. En este período, el arte mostró la morbosidad de los cuerpos torturados, de los mártires y de los condenados infiernos. Tenemos todos un catálogo de horrores que, en la interpretación de Delumeau, respondía a una misma actitud de fondo: el miedo. Lo relevante de su análisis lo tiene en dos niveles: los miedos ancestrales del pueblo, que son temores compartidos por muchos seres humanos y sus antepasados, se transmiten de generación en generación, como el miedo a la oscuridad de la noche, al hambre, a los lobos entre otros, y el miedo a las élites intelectuales, en especial a los eclesiásticos y jueces quienes inducían los miedos a la población con una elaboración ideológica centrada en la concepción de una ofensiva satánica a la que había que dar respuesta por todos los medios.
Otra línea la tenemos con el miedo de Hobbes, quien le concede un importante lugar en la creación de las sociedades. Afirma que el miedo es un mecanismo que promueve la creación de una gran estructura que controle a los hombres y los obligue a vivir en sociedad; por lo anterior se infiere que el miedo según él es un mecanismo que permite la creación de una sociedad, de un orden entre los hombres. El miedo llevaría a que los hombres por necesidad creen un Estado que regule sus vidas, un Estado que legisle leyes que permitan una protección recíproca entre los individuos.
Por otra parte, tenemos el pensamiento de Baruch Spinoza, quien afirma que el miedo, en su factor más cercano a la forma de actuar de las personas y de concebir el mundo, es una tristeza inconstante, la cual la relaciona más con el sujeto como ser individual. Lo que Hobbes plantea como emoción individual, la que se traspasa a la colectividad y con ella se genera un constructo social. Estas concepciones del miedo son muy diversas, pero a pesar de sus diferencias, es un elemento importante para los hombres y mujeres. Con el miedo se concibe el mundo de una manera bien particular a partir del cual se configuran las distintas concepciones que los individuos tienen de su entorno, siendo el miedo un factor vital en la vida de los seres humanos, pues a partir de él se encuentran en un constante mar de emociones que los lleva a actuar. Para Spinoza, la esperanza es alegría y el miedo, tristeza, pero así nos encontramos frente a contrarios que dependen el uno del otro para coexistir.
Es muy relevante desarrollar brevemente el miedo simbólico. Este concepto se refiere al tipo de temor que no se basa necesariamente en amenazas tangibles o reales, sino en símbolos o representaciones que evocan la sensación de peligro, a diferencia del miedo real. El miedo simbólico (Amanda Estévez Strancari p. 11) es desarrollado por ideas, imágenes o narrativas que se asocian con ciertos temores o ansiedades en la sociedad. Este se origina en la cultura, la historia, los medios de comunicación o las creencias compartidas de una comunidad determinada, y lo vemos de manifiesto a través de estereotipos, mitos, supersticiones o prejuicios que se arraigan en el imaginario colectivo. Un ejemplo del miedo simbólico en el temor hacia lo desconocido, que vemos reflejado en la ansiedad de las personas hacia grupos étnicos, religiones o culturas diferentes a la propia, basándose en estereotipos o ideas preconcebidas que han sido transmitidas a lo largo del tiempo. Este miedo simbólico es utilizado como herramienta de control social, en la forma en que los líderes políticos, élites o medios de comunicación aprovechan estos símbolos del terror para manipular la opinión pública y mantener un estatus favorable a sus intereses. Dichos símbolos y representaciones pueden tener poderosos significados y evocar experiencias históricas o traumáticas. Es relevante cuestionar y analizar objetivamente el temor simbólico para evitar la manipulación o continuar estereotipos y prejuicios injustos.
En Chile, muy representativo es este ejemplo del miedo simbólico ancestral, las Brujas de Talagante, que ha sido asociada a historias de magia, brujería y fenómenos paranormales. Los habitantes más ancianos del pueblo narran una leyenda de terror sobre una atractiva joven, hija de un hacendado de Talagante, que se enamoró perdidamente de un misterioso señor que la venia a ver todas las noches desde Peñaflor y él resultó ser el mismísimo Satanás. Los ancianos de Talagante aseguran que los avistamientos de brujas fueron totalmente reales, y que las brujas cuando volaban se convertían en una especie de cabeza con alas; dicen que existen unas cuevas donde nadie se atreve a entrar en las cuales las brujas hacían sus aquelarres.
Durante la pasada pandemia, un miedo real acontecido en todo el mundo ha mostrado que la salud mental de la población se ve afectada por la incertidumbre, las cuarentenas, el impacto económico, etc. La evidencia de pandemias pasadas muestra también efectos en la salud mental de las personas a largo plazo. En Chile se ha documentado preliminarmente este problema, el miedo pandémico, aumentando los niveles de estrés del personal médico y de la población, y pudiendo afectar negativamente su salud mental durante el período epidémico y después de este. La evidencia muestra que los trabajadores sanitarios y la población presentan distrés psicológico, ansiedad, depresión y estrés postraumático.
Una noticia muy reciente menciona el miedo y el pánico en las empresas por el apagón mundial. El 19 de julio de 2024, una actualización defectuosa del software de seguridad Falcón de CrowdStrikeprovocó ese apagón global de Windows que afectó a millones de computadoras en todo el mundo. Hubo interrupciones generalizadas en empresas, aeropuertos, instituciones financieras y agencias gubernamentales, lo que generó un caos y pérdidas económicas significativas.
En resumen, hemos abordado, quizás superficialmente, la comprensión de la cultura del miedo, sus características, cómo se manifiesta y las consecuencias que produce en nuestra sociedad. Ese fenómeno no es un elemento aislado, sino que impacta profundamente nuestra cotidianidad, siendo un motor que determina las conductas y decisiones en el individuo y en la colectividad. Conceptos presentados por diversos autores y líneas de pensamiento podrán ayudar a comprender este fenómeno. Las sombras que proyecta el miedo, la incertidumbre y el pánico se extienden sobre nuestras sociedades y comunidades y, aunque se han realizado avances para comprender esta fenomenología, aún queda mucho por explorar. Para minimizar esta problemática y su afrontamiento, es imperativo fomentar una cultura de la paz en nuestra población, con el propósito de desafiar esa cultura del miedo, promoviendo y desarrollando la empatía, nuevos liderazgos, respeto mutuo, comprensión entre los grupos sociales, e impulsando transformaciones en los ámbitos políticos, tecnológicos, económicos y en los medios de comunicación, con el fin de fomentar una sociedad más equitativa, justa, pacífica y feliz.
Referencias Bibliográficas
Naomi Klein (Montreal, Canadá, 8 de mayo de 1970) periodista, escritora y activista canadiense, conocida por su crítica a la globalización y el capitalismo. Es autora de las obras No Logo (2001), Vallas y ventanas (2003), La doctrina del shock (2007), Esto lo cambia todo (2015) y Decir no basta (2017), además de un gran número de artículos periodísticos y políticos.
Amanda Estévez Strancari, la Cultura del Miedo en la Sociedad Moderna (2023) Universidad de la Laguna, Facultad de Ciencias Sociales y de las Comunicaciones.
Laura Rojas Alarcón, El Miedo Como Mecanismo de Control Social (2016): Hacia una Filosofía de la Seguridad. Universidad de la Salle, Facultad de Filosofía y Letras, Bogota.
Jean Delumeau, El Miedo en Occidente (1978), Editorial Taurus.
Revista médica de Chile El impacto de la pandemia de COVID-19 en la salud mental de los trabajadores de la salud en Chile y de la población.
Autor del Artículo: Roberto Berríos
Ingeniero de la Universidad Estatal Arturo Prat
Diplomado en Gestión de la Innovación y la Tecnológica
Diplomado en Filosofía de la Neurociencia Cognitiva de la Universidad Alberto Hurtado.
Escritor y ensayista.