La donación de órganos: aspectos éticos

El trasplante de órganos es considerado un milagro científico y técnico. Históricamente, la medicina de trasplantes es relativamente joven y sus primeros éxitos remontan a 1954, con el primer trasplante de un riñón. Luego de un principio lento y difícil, la investigación condujo a múltiples descubrimientos en los campos de la compatibilidad sanguínea, de tejidos y de la inmunología. Como la medicina de trasplantes llegó a dominar en gran parte el fenómeno del rechazo, gracias a inmunosupresores, el trasplante de órganos vitales es hoy un tratamiento reconocido en los casos de insuficiencia de los órganos.

A lo largo del proceso que va de la identificación de un donante potencial al retiro de órganos, varias interrogantes se presentan en el plan ético, particularmente en cuanto se refiere al apoyo a las familias, a la transparencia de los procesos y al carácter anónimo de la donación. El asunto del apoyo a la familia durante la espera del deceso neurológico presenta desafíos considerables para el personal de salud que debe interactuar con familias y proponerles la posibilidad de proceder a una donación de órganos. El asunto de la transparencia presenta el problema del conflicto de intereses (real o potencial) entre el bienestar del donante y el del receptor y la necesidad de una separación entre los equipos responsables del mantenimiento en vida del paciente y de la declaración eventual del deceso y aquellos responsables del retiro de órganos. En cuanto al asunto del anonimato, es recomendable que las identidades del donante y del receptor se mantengan.

Considerando que el anonimato no puede garantizarse en el contexto de la donación entre vivos – ya que el donante y el receptor son vinculados genética o afectivamente – se considera importante que el equipo médico espere a que las personas manifiesten por su propia cuenta el deseo de donar un órgano ante la necesidad de un pariente. El médico tiene la responsabilidad fundamental de informar a un eventual donante sobre los riesgos posibles para su salud física y mental y así. permitirle tomar una decisión informada

Se trata entonces de verificar la compatibilidad entre el donante y el recipiente (evaluación fisiológica), así como la autenticidad del proceso del donante (evaluación psicológica) y que no exista presión por parte del enfermo o de su entorno.

Durante la década de los cincuenta, el gran tema de debate fue el de la mutilación que exige la donación de vivo. Poco a poco, según fue resolviéndose este problema, surgió otro, y es el de la utilización de los trasplantes en seres vivos con fines experimentales, es decir, la ética de la experimentación. En él se centra la reflexión de los años sesenta. Durante la siguiente década, y cuando los trasplantes empiezan a ser considerado terapéuticos, se abre otro campo de debate, y es el de la nueva definición de muerte y la donación de cadáver. El correcto manejo de ese problema permitió la generalización de esta técnica como procedimiento terapéutico. Pero ello, a su vez, fue el origen de nuevos problemas éticos. Uno primero, el más común durante la década de los ochenta, fue el de la distribución equitativa de órganos y recursos. Y si algo ha caracterizado la ética de las últimas décadas, desde los años noventa, ha sido el tema de la organización.

Es fundamental desde la ética, considerar las características del consentimiento y la opinión de la familia del donante.

El modelo del consentimiento explícito implica que, para consentir, la persona debe expresa claramente su voluntad de donar sus órganos al momento de la muerte. Desde el punto de vista ético, el modelo del consentimiento explícito privilegia el valor de la autonomía de cada individuo, libre al elegir en asuntos de donación de órganos. Este modelo avanza igualmente el respeto de la integridad y de la inviolabilidad de la persona, el derecho de disponer de su cuerpo y el derecho a la autodeterminación; ofrece también la posibilidad de no tomar ninguna decisión sobre la donación de órganos. Finalmente, perpetúa el espíritu de la donación voluntaria en toda su generosidad.

El modelo del consentimiento presunto implica que la persona que no quiere donar sus órganos debe expresar su rechazo y no su consentimiento. Ante la ausencia de tal rechazo, se presume el consentimiento a la donación de órganos, lo que autoriza el retiro de órganos al suceder el deceso de la persona. El modelo del consentimiento presunto da preferencia al valor de la solidaridad social, pero el objetivo detrás de su implantación es maximizar el número de donantes de órganos. Sin embargo, las opiniones de los expertos se encuentran divididas con respecto al impacto del consentimiento presunto sobre la cantidad de donaciones de órganos.

Cuando una persona se encuentra en estado de muerte neurológica y que ha sido identificada como un donante potencial por el personal del medio hospitalario, éstos entran en contacto con la familia.

Se debe considerar tres valores fundamentales que deben guiar a las personas que intervienen: el respeto de las familias, su autonomía y su confianza.

El respeto de las familias es fundamental. Es importante recordar que la familia de un donante potencial es sobre todo una familia que ha perdido o está por perder a un miembro y que empieza un proceso de duelo.

La autonomía de las familias en su toma de decisión también debe ser un valor importante. Dar toda la información necesaria a las familias para que puedan tomar decisiones informadas es la base de la autonomía de las familias.

Favoreciendo el respeto y la autonomía de las familias, una relación basada en la confianza podría emerger entre el personal hospitalario y la familia y ser propicia al consentimiento a una donación de órganos.

Una donación de órganos constituye un evento a la vez trágico y feliz. Es trágico en el sentido que implica la muerte de una persona y un duelo para su entorno. Pero también puede ser feliz puesto que permite salvar vidas y devolver la esperanza a pacientes gravemente enfermos. Y es en parte por estas razones que la donación y el trasplante de órganos son temas cargados de emociones y portadores de múltiples dilemas éticos.

Bibliografía

La Commission de l’éthique de la science et de la technologie. Donación y Trasplante de órganos: Dilemas éticos en un contexto de escasez. Quebec. 2004

Kottow Miguel. Reabriendo el debate sobre la donación de órganos en Chile. Medwave 2016 Ago;16(7):e6525 doi:10.5867/medwave.2016.07.6525. 2016

Ley 19.451. Establece Normas sobre Trasplante y Donación de Órganos.1996

Leyes N° 20.413, N° 20.673, N° 21.145 y N° 21.300 Complementarías y Modificatorias de la Ley 19.451.

El trasplante de órganos es considerado un milagro científico y técnico. Históricamente, la medicina de trasplantes es relativamente joven y sus primeros éxitos remontan a 1954, con el primer trasplante de un riñón. Luego de un principio lento y difícil, la investigación condujo a múltiples descubrimientos en los campos de la compatibilidad sanguínea, de tejidos y de la inmunología. Como la medicina de trasplantes llegó a dominar en gran parte el fenómeno del rechazo, gracias a inmunosupresores, el trasplante de órganos vitales es hoy un tratamiento reconocido en los casos de insuficiencia de los órganos.
A lo largo del proceso que va de la identificación de un donante potencial al retiro de órganos, varias interrogantes se presentan en el plan ético, particularmente en cuanto se refiere al apoyo a las familias, a la transparencia de los procesos y al carácter anónimo de la donación. El asunto del apoyo a la familia durante la espera del deceso neurológico presenta desafíos considerables para el personal de salud que debe interactuar con familias y proponerles la posibilidad de proceder a una donación de órganos. El asunto de la transparencia presenta el problema del conflicto de intereses (real o potencial) entre el bienestar del donante y el del receptor y la necesidad de una separación entre los equipos responsables del mantenimiento en vida del paciente y de la declaración eventual del deceso y aquellos responsables del retiro de órganos. En cuanto al asunto del anonimato, es recomendable que las identidades del donante y del receptor se mantengan.
Considerando que el anonimato no puede garantizarse en el contexto de la donación entre vivos – ya que el donante y el receptor son vinculados genética o afectivamente – se considera importante que el equipo médico espere a que las personas manifiesten por su propia cuenta el deseo de donar un órgano ante la necesidad de un pariente. El médico tiene la responsabilidad fundamental de informar a un eventual donante sobre los riesgos posibles para su salud física y mental y así. permitirle tomar una decisión informada
Se trata entonces de verificar la compatibilidad entre el donante y el recipiente (evaluación fisiológica), así como la autenticidad del proceso del donante (evaluación psicológica) y que no exista presión por parte del enfermo o de su entorno.
Durante la década de los cincuenta, el gran tema de debate fue el de la mutilación que exige la donación de vivo. Poco a poco, según fue resolviéndose este problema, surgió otro, y es el de la utilización de los trasplantes en seres vivos con fines experimentales, es decir, la ética de la experimentación. En él se centra la reflexión de los años sesenta. Durante la siguiente década, y cuando los trasplantes empiezan a ser considerado terapéuticos, se abre otro campo de debate, y es el de la nueva definición de muerte y la donación de cadáver. El correcto manejo de ese problema permitió la generalización de esta técnica como procedimiento terapéutico. Pero ello, a su vez, fue el origen de nuevos problemas éticos. Uno primero, el más común durante la década de los ochenta, fue el de la distribución equitativa de órganos y recursos. Y si algo ha caracterizado la ética de las últimas décadas, desde los años noventa, ha sido el tema de la organización.
Es fundamental desde la ética, considerar las características del consentimiento y la opinión de la familia del donante.
El modelo del consentimiento explícito implica que, para consentir, la persona debe expresa claramente su voluntad de donar sus órganos al momento de la muerte. Desde el punto de vista ético, el modelo del consentimiento explícito privilegia el valor de la autonomía de cada individuo, libre al elegir en asuntos de donación de órganos. Este modelo avanza igualmente el respeto de la integridad y de la inviolabilidad de la persona, el derecho de disponer de su cuerpo y el derecho a la autodeterminación; ofrece también la posibilidad de no tomar ninguna decisión sobre la donación de órganos. Finalmente, perpetúa el espíritu de la donación voluntaria en toda su generosidad.
El modelo del consentimiento presunto implica que la persona que no quiere donar sus órganos debe expresar su rechazo y no su consentimiento. Ante la ausencia de tal rechazo, se presume el consentimiento a la donación de órganos, lo que autoriza el retiro de órganos al suceder el deceso de la persona. El modelo del consentimiento presunto da preferencia al valor de la solidaridad social, pero el objetivo detrás de su implantación es maximizar el número de donantes de órganos. Sin embargo, las opiniones de los expertos se encuentran divididas con respecto al impacto del consentimiento presunto sobre la cantidad de donaciones de órganos.
Cuando una persona se encuentra en estado de muerte neurológica y que ha sido identificada como un donante potencial por el personal del medio hospitalario, éstos entran en contacto con la familia.
Se debe considerar tres valores fundamentales que deben guiar a las personas que intervienen: el respeto de las familias, su autonomía y su confianza.
El respeto de las familias es fundamental. Es importante recordar que la familia de un donante potencial es sobre todo una familia que ha perdido o está por perder a un miembro y que empieza un proceso de duelo.
La autonomía de las familias en su toma de decisión también debe ser un valor importante. Dar toda la información necesaria a las familias para que puedan tomar decisiones informadas es la base de la autonomía de las familias.
Favoreciendo el respeto y la autonomía de las familias, una relación basada en la confianza podría emerger entre el personal hospitalario y la familia y ser propicia al consentimiento a una donación de órganos.
Una donación de órganos constituye un evento a la vez trágico y feliz. Es trágico en el sentido que implica la muerte de una persona y un duelo para su entorno. Pero también puede ser feliz puesto que permite salvar vidas y devolver la esperanza a pacientes gravemente enfermos. Y es en parte por estas razones que la donación y el trasplante de órganos son temas cargados de emociones y portadores de múltiples dilemas éticos.

Bibliografía
La Commission de l’éthique de la science et de la technologie. Donación y Trasplante de órganos: Dilemas éticos en un contexto de escasez. Quebec. 2004
Kottow Miguel. Reabriendo el debate sobre la donación de órganos en Chile. Medwave 2016 Ago;16(7):e6525 doi:10.5867/medwave.2016.07.6525. 2016
Ley 19.451. Establece Normas sobre Trasplante y Donación de Órganos.1996
Leyes N° 20.413, N° 20.673, N° 21.145 y N° 21.300 Complementarías y Modificatorias de la Ley 19.451.

Gabriel Zamora Salinas. Médico Cirujano Universidad de Chile. Magister Salud Pública Universidad de Valparaíso. Especialista Cirugía Pediátrica, Medicina Forense y Salud Pública. Académico Escuela de Medicina. Director Departamento Salud Pública Escuela Medicina. Profesor Medicina Legal y Gestión en Salud Escuela de Medicina. Director Magister Salud Pública, mención Gestión en Salud Facultad de Medicina, Universidad de Valparaíso.

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