La ética y los desafíos que enfrenta

En una visión muy general del estudio de esta materia, ella tiene que ver, con los “criterios universales, que eliminen las arbitrariedades de las relaciones humanas[1]”. Se intenta, de este modo, alcanzar niveles de desarrollo que valoren lo que la persona realmente significa en la dignidad que su condición de ser humano representa. Constituye, por lo tanto, un tipo de conocimiento cuyo sentido se internaliza, especialmente, cuando dicho saber se relaciona con los primeros fundamentos básicos de la formación de la persona, con la orientación del modo de ser de cada cual, con el posterior ejercicio de sus responsabilidades sociofamiliares y laborales y, considerando los sectores sociales de extrema diversidad.

La necesidad de conocer y comprender el comportamiento de las personas, los valores que sustenta, la ayuda que puede otorgársele a quien lo requiera para orientar la práctica en conciencia con dicho cometido y las reflexiones que surgen con el fin de destacar las diferencias entre el bien y el mal, sus causas, su desarrollo y sus efectos, son las relevantes directrices que justifican lo ético como parte del conocimiento aplicado a la realidad humana.

A este respecto, la Dra. Juliana González en un interesante aporte acerca de esta temática, sostiene que preguntarse: “¿qué somos?, ¿quiénes somos?, es un acto de consciencia, un acto ético” que responde a una actividad y/o decisión adecuada y apropiadamente oportuna. El mayor acto ético es caer en cuenta que hay grandeza en el hombre por pertenecer al todo y ser parte de la naturaleza. La ética reside en aprender a ser nosotros mismos, en aprender a ser humanos”[2].

A través de los tiempos, siempre este saber ha sido una visión de la vida del hombre conocida tanto en su dimensión individual, como único e irrepetible, así como en su rol social, en cuanto a su integración al grupo al que se adscribe. De ello se puede inferir que la organización de las primitivas comunidades sociales, por su parte, se manifestaba a través de básicas decisiones de intención reguladora del comportamiento de sus integrantes, a partir de la voluntad expresada por quien dirigía el grupo social, pudiendo serlo el más belicoso, el más fuerte, el de mayor edad o quien demostrara ser poseedor de un sentido de autoridad impuesto en los términos de esas circunstancias de vida. Estos hechos ¿podrían ser constitutivos de definiciones éticas para esos tiempos?

A lo largo de los siglos, el problema de la ética humana se ha conocido a través de las reflexiones de connotados filósofos[3]. Sus aportes han enfocado el problema a través de la religión, la filosofía, la política y en general, según el comportamiento del ser humano en el marco de sus propias relaciones de existencia. Por cierto, tales características no son parecidas ni equivalentes a las aplicaciones de procedimientos que, en el tiempo, se han ido modelando con rasgos culturales más evolucionados.

Lo conceptual de lo ético se inicia en la duda original de todo cuanto hasta ahora ha existido como objeto de estudios, intencionalidad y responsabilidades en investigaciones orientadas a comprender al ser humano y sus enigmas. A partir de estos desafíos, ha sido posible interpretar sus características desde el ámbito de lo teórico, intentando explicar los enigmas que provocan la ausencia de entendimiento sobre por qué la persona es como es, pero diferente de los demás en cuanto a los efectos que dichos comportamientos generan, hasta tratar de responder —aunque parcialmente— las interrogantes fundamentales de la existencia de la vida, del hombre, la sociedad y la naturaleza.

En el presente, el vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología impone orientaciones a través de normativas que, además de la realidad que significa el proceder individual y social, también considera estos nuevos aspectos, aunque sus proyecciones e influencias en las relaciones interpersonales de futuro aún no son evaluadas en plenitud. Pese a todo, de sus variadas formas de acciones, surgen las explicaciones de lo que es bueno o malo en la intencionalidad de todo quehacer, aunque reconociéndose los variados contextos sociohistóricos de los que emerge, bajo directrices ya existentes, como ha sido el caso del significado del humanismo en cuanto a modelo de valores éticos orientados a la permanente superación del bien social y personal en general.

En atención a lo anterior y, aun cuando se sostenga que el humanismo está siendo impactado fuertemente por ideas distintas —e incluso contrarias a las que promueve— su existencia hasta ahora, si bien se ha visto debilitada pero no superada, plantea su particular enfoque como el fundamento principal de su visión. Por esta razón, manifiesta “que el humanismo es ético, afirmando el valor, la dignidad y la autonomía del individuo y el derecho de todo ser humano a la mayor libertad posible, compatible con los derechos de los demás. Los Humanistas tienen el deber de cuidar a toda la humanidad, incluyendo las generaciones futuras. Los Humanistas creen que la moralidad es una parte intrínseca de la naturaleza humana basada en la comprensión y la preocupación por los demás, sin necesidad de sanción externa”[4].

La generalidad que el argumento anterior expresa, requiere desglosarlo en dos importantes dimensiones: lo individual y lo social y, a su vez, derivado de cada una de ellas, un conjunto de situaciones que responden a las actividades y relaciones establecidas en los diversos entornos sociolaborales en los que toda acción humana se manifiesta.

En el plano individual, lo ético supone un constructo global de relaciones propias en las que cada cual participa acatando un deber voluntariamente contraído y respondiendo de sus resultados de acuerdo con la norma legal establecida. Debe entenderse que, en este compromiso, la práctica adquirida se ejerce a través de desempeños cuyos logros deben verificarse con el fin de comprobar la existencia de la correcta “perfección en el modo de obrar o de hacer algo[5]. Sin embargo, la diversidad de la naturaleza humana, determina que no todos perciban de igual forma lo que para algunos sea un favorable comportamiento y para otros no. Esta realidad hace que la ética se la entienda, por lo tanto, como normas que deben acatarse para conseguir, a pesar de los desacuerdos, el suficiente grado de comprensión de la discrepancia con el fin de obtener adecuados ambientes privativos y sociales de convivencia.

Considerando lo social, la dimensión ética se expone en una estrecha relación con la dignidad que cada cual representa en el marco de sus propias diferencias individuales y en cuanto a “las normas que rigen la conducta de individuo en la sociedad”, en virtud de ser un proceso cuyas fases “idóneas e instintivas reproduce la conducta socialmente aceptada”[6].

Otro aspecto que es interesante en esta línea, es la formación inicial lograda en el plano psicopedagógico y sociológico. Su relevancia radica no sólo en quienes reciben dicha influencia y lo que ello implica como una socialización basada en el “proceso de adquisición, interiorización e integración en la personalidad del individuo, de los valores sociales y las normas de comportamiento propios del grupo social o comunidad a la que pertenece, con el fin de posibilitar su adaptación al contexto social”[7]

En este sentido, toda visión ética, siempre se relaciona con la cultura que la sociedad genera, en función de la realidad que crea y considerando los principios del comportamiento humano que caracterizan al ambiente cultural de la comunidad de la que se trate. La acción constituye un proceso que no se limita solo a la relación interpersonal y sus valores, sino, además, a sus interacciones con la realidad natural e identificada genéricamente como cultura ambiental.

Ahora bien, desde hace muchas décadas, los resultados del desarrollo científico-tecnológico, han sido de tal magnitud que poco a poco se han ido imponiendo en lo que podría denominarse como una “segunda realidad” y que, por cierto, no es lo que naturalmente se conoce. Esta surge como consecuencia del progreso humano alcanzado, como una creación nacida a partir de dicho proceso. Uno de los casos de mayor conocimiento público, se refiere a la inteligencia artificial que permite el uso de máquinas previamente diseñadas y programadas teniendo como insumo la experiencia humana que aporta las informaciones necesarias en los diferentes campos del saber.

Derivado de lo anterior, han surgido también nuevos y diferentes escenarios, en los que se puede pensar que lo ético ya no se le entiende solo respecto del quehacer humano, de sus recomendaciones y de las consecuencias que ese hacer implica, sino que todo ello se manifiesta también, aportando respuestas de soluciones a los problemas previamente consultados. Es decir, existen recursos técnicos tangibles, como computadoras, servidores, equipos biométricos de acceso, maquinaria de producción, teléfonos, sistemas de seguridad, etc. e intangibles, como sistemas operativos, programas de ciberseguridad, bases de datos, redes internas, entre otros[8] y que no revelan valor ético alguno, pero cuyas funciones son altamente estimadas. Sin embargo, ¿puede esto considerarse éticamente correcto si en la respuesta emitida para estos fines no existe intervención humana en la intencionalidad del acto?

Por otra parte, y considerando la realidad no humana, algo distinto ocurre, al referirnos a este otro escenario natural. En este caso, la ética de seres vivos no humanos y cuya referencia alude a la fauna que no pertenece a muestra especie, lo ético debiera ser comprendido según los criterios que humanamente se estimen respecto de ellos al momento de adoptar decisiones que perjudiquen su existencia.

En este sentido, la importancia de una ética animal tiene que ver con la condición de que ellos son “«sujetos-de-una-vida», al igual que los seres humanos, y que, si queremos atribuir valor a todos los seres humanos, independientemente de su capacidad de ser seres racionales, a continuación, con el fin de ser coherentes, hay que atribuírselo igualmente a los no humanos”[9].

Según la propuesta del Dr. Reagan, “el atributo moral crucial que todos los humanos tienen en común es que cada uno es un sujeto de una vida (a subject of a life): «Un sujeto de una vida es un alguien, no un algo, es un ser al cual su vida le importa, incluso si no le importa a nadie más». Es decir, se trata de un ser que tiene las capacidades mentales o cognitivas necesarias para entender que su vida tiene valor, independientemente de si no lo tiene para otros seres. Esta es, según Regan, la base para atribuir valor inherente a un ser individual. Todo sujeto de una vida merece respeto y posee un valor intrínseco.

Dado que el criterio de Regan para ser sujeto de una vida no está basado en una diferencia de especie, esto puede incluir también a otros animales con las capacidades suficientes para serlo. Regan defiende que los mamíferos de más de dos años, así como las aves e incluso los cefalópodos y algunas especies de peces, podrían caer bajo esta categoría, si bien está dispuesto a aceptar los casos menos controversiales. Lo importante es que estos seres, según Regan, no pueden ser tratados simplemente como un medio para los fines de otros y, por lo tanto, deben gozar de ciertos derechos dirigidos a proteger su vida, su salud, su bienestar, su libertad y otras características derivadas de dicho valor inherente”.

En otro estudio se señala que “los vegetales, animales y el hombre, poseen un alma “vegetativa”, encargada de ejecutar las funciones básicas de supervivencia del individuo. Pero, además, hombres y animales comparten un alma “sensitiva”, que sería la capacidad de captar estímulos sensoriales del ambiente y de reaccionar ante ellos. La gran diferencia entre animales y humanos sería que sólo estos últimos poseen un alma “racional” (Noûs), que nos es propia. Esa ánima racional nos permite comunicarnos con un lenguaje articulado y disfrutar de la racionalidad, la inteligencia o la imaginación. Como los animales carecen de razón, son catalogados como “inferiores” a los humanos, quienes tienen perfecto derecho a considerarlos unos meros “instrumentos” para conseguir sus fines”[10].

Sobre este problema, también debe atenderse a la capacidad de sintiencia, es decir, la probabilidad de poder sentir y sufrir, que “convierte a los animales en individuos que valoran y buscan procurarse situaciones de bienestar y placer, y al mismo tiempo rehuir el dolor o el malestar. Así, esta capacidad estaría presente en sujetos conscientes que se dan cuenta de lo que les sucede, es decir, animales con cerebro complejo (dotados de sistema nervioso con un órgano central) y animales con cerebro simple (con sistemas nerviosos centralizados sencillos)”[11].

Este hecho determina el “cómo y por qué deberíamos tomar en cuenta a los animales no humanos en nuestras decisiones morales”[12] y reconocer que, más allá de lo que significa una tenencia responsable, como actos demostrativos de indudables impactos afectivos, se producen relaciones que surgen hacia ellos e influyen en el estilo de vida que dichas convivencias generan. Según esto, es interesante entender también su existencia “como seres que son moralmente relevantes y que necesitan de una protección frente a las actuaciones de la ciencia y la técnica”[13].

Otro aspecto que debe tenerse en cuenta, es todo lo referido a lo ético y el mundo vegetal que, hasta el presente, ofrece explicaciones que motivan al estudio y sus reflexiones. Una resumida y brevísima reseña acerca de la temática, señala lo siguiente: “según la biología moderna, las plantas disponen de una capacidad perceptiva ultrasensible” (…) “Como los animales, las plantas tienen una dignidad y un valor moral. Es lo que afirma la Comisión Federal de Ética para la Ingeniería Genética en el Campo No Humano (CENH-23/04/2008)”[14].

“Si las plantas y los animales no siguieron la misma evolución, las diferencias biológicas que les distinguen son, sin embargo, mucho menos grandes de lo que parece», explica Jürg Stöcklin, profesor en Botánica en la Universidad de Basilea, agregando, (…) «Por supuesto, las plantas son sedentarias, sus sistemas de nutrición y de crecimiento se distingue de los nuestros, se reproducen de otro modo y a menudo por la vía de la clonación. Esto no impide que sus lazos de parentesco con los animales sean muy importantes, tanto por su estructura como por los procesos y la complejidad de sus células», recuerda el investigador. (…) Las especies vegetales y animales comparten cerca de tres mil millones de años de historia común como organismos monocelulares. En efecto, hace «sólo» 700 millones de años cuando estas especies comenzaron a diferenciarse según el plan de su organización, transformándose en organismos pluricelulares”[15].

En su informe, el CENH se limitó a definir el principio de la dignidad de las plantas. No se opone a los experimentos genéticos o a otras manipulaciones de organismos vegetales, mientras no comprometan su capacidad reproductiva y de adaptación. La comisión admite también el principio de patentes de las plantas, siempre y cuando el valor moral de éstas quede intacto, al depender más este aspecto de la ética social.

El mismo texto, concluye indicando que “el informe de la CENH constituye un instrumento precioso de reflexión, que debe permitir a los políticos orientar su elección legislativa y evaluar la oportunidad de nuevos proyectos de investigación sobre las plantas, como lo explica Markus Schefer, uno de los miembros de la comisión: para los expertos en materia de ética, todo ser humano puede poseer plantas y utilizarlas para satisfacer sus necesidades, incluida la alimentación. En cambio, nadie está autorizado, desde el punto de vista moral, y sin justificación válida, a tratar de modo arbitrario o a dañar una planta, para impedir su crecimiento o a comprometer sus posibilidades de reproducción.

En atención a lo anterior, una materia de estudios estimada como la expresión interdisciplinaria y sus relaciones con otras disciplinas, requiere ser conocida en sus fundamentos básicos de comprensión, como es el caso de las siguientes fuentes:

Declaración Universal de los Derechos de los Animales[16].

Declaración de la Dignidad Animal, en cuanto a que como ser vivo merecen ser considerado como tales y no como objetos[17].

Declaración de Montreal sobre la Explotación de los Animales, que “proclaman la injusticia fundamental de la explotación animal basándose en el conocimiento colectivo actual en sus campos de experiencia”[18].

Declaración de Cambridge sobre la Consciencia, cuyos participantes afirmaban que las pruebas indican que muchos tipos de animales no humanos poseen la capacidad de consciencia[19], etc.

En general, el tema es muy atractivo y requiere ser reconocido y entendido no solo por razones intelectualmente justificables en términos de su conocimiento, sino, además, por un motivo más simple: por una parte, preocuparse y aceptar que tanto nosotros como los no humanos, (fauna y flora) compartimos la biosfera como fuente de vida de la que formamos parte y en la que se determina nuestro propio destino. La ciencia y la tecnología, en cambio, constituyen creaciones surgidas de la potencialidad de inteligencia del ser humano y cuya relación con lo ético, depende de cómo el hombre orienta racionalmente su uso.

Este hecho, hace que aspiremos a una coexistencia balanceada, justa y respetuosa, pero, ¿podrá ser esto posible si lo que hasta ahora tales relaciones han resultado complicadas de juzgar como vínculos complementarios entre la tecnología y el acto de vivir?


[1]    CONSUEGRA ANAYA, Natalia. Diccionario de Psicología, 2ª ed.  p. 115.  Bogotá, Colombia, 2010.

[2]    GONZÁLEZ, Juliana: Ética y naturaleza humana. https://grandesmaestros.unam.mx/cursos/etica-y-naturaleza-humana/

[3]    Ver: CARACTERISTICAS DE CADA ETAPA DE LA ÉTICA

https://www.studocu.com/latam/document/universidad-central-del-este/psicologia-del-desarrollo/caracteristicas-etapas-eticas/6004394

[4]    DECLARACIÓN HUMANISTA DE ÁMSTERDAM 2002. Unión Internacional humanista y Ética (IHEU). Revista Latinoamericana de Psicología, vol. 35, núm. 2, 2003, pp. 235-236. Fundación Universitaria Konrad Lorenz Bogotá Colombia.

[5]    https://dle.rae.es/cumplimiento

[6]    SEIJO Cristina y VILLALOBOS Karina. La ética social y la dignificación de la vida humana: un alcance epistémico en la sociedad.

file:///C:/Users/Admin/Downloads/Dialnet-LaEticaSocialYLaDignificacionDeLaVidaHumana-5114852. pdf Clío América. enero -junio 2011, Año 5 No. 9, p.p. 99-111.

[7]    Centro Virtual Cervantes. Diccionario de términos clave de ELE.

https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/socializacion.htm#:~:text=Se%20denomina%20socializaci%C3%B3n%20al%20proceso,su%20adaptaci%C3%B3n%20al%20contexto%20social.

[8]    https://www.google.com/search?q=t%C3%A9cnicos+tangibles

[9]    REGAN Tom, (1938-2017). The Case for Animal Rights. https://es.wikipedia.org/wiki/Tom_Regan

[10]   LEYTON Fabiola. Clase “Ética y experimentación con animales no humanos”, p. 4. https://www.animallaw.info › sites › default › files PDF

[11]   BROWN, C., Fish intelligence, sentence and ethics, en Animal Cognition 18/1 (2015), p. 41. Citado por SERRA PALAO, P., Lo animal es político: en defensa de un acceso pleno a la salud para los animales de compañía, dA. Derecho Animal (Forum of Animal Law Studies) 11/2 (2020). – DOI https://doi.org/10.5565/rev/da.491

[12]   https://www.google.cl/search?q=%C2%BFexiste+la+%C3%A9tica+en+seres+vivos+no+humanos.

[13]   LEYTON Fabiola. Clase “Ética y experimentación con animales no humanos”. https://www.animallaw.info › sites › default › files PDF

[14]   https://www.swissinfo.ch/spa/sociedad/las-plantas-tambi%c3%a9n-tienen-dignidad/6605328

[15]   https://www.swissinfo.ch/spa/sociedad/las-plantas-tambi%c3%a9n-tienen-dignidad/6605328

[16]   “Esta declaración fue adoptada por La Liga Internacional de los Derechos del Animal en 1977, que la proclamó al año siguiente. Posteriormente, fue aprobada por la ONU y la UNESCO”.

[17]   https://www.worldanimalprotection.org (10/01/2025).

[18]   https://www.revistacrisalida.org/post/declaraci%C3%B3n-de-montreal-sobre-la-explotacion-animal. Groupe de Recherche en Étiqué Environnementale et Animale (GRÉEA) asociado al Centre de Recherche en Éthique (CRÉ) de Montréal, Canadá, (2022).

[19]   Declaración de Cambridge sobre la Consciencia. El 7 de julio de 2012.

Rubén Farías Chacón

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