… a Constanza e Ian, los jóvenes que saben amar…
Entrevista a Ricardo Espinoza Lolas por Heber Leal, en torno a su nuevo libro Nietzsche. Ideología pagana que saldrá este 2025 por Púrpura ediciones.
13-02-2025
- Tu libro tiene una estructura compleja y multidimensional, con influencias de varias corrientes filosóficas y literarias. En el extenso prólogo planteas la necesidad de repensar a Nietzsche a través de tres escuelas interpretativas: la alemana, la francesa y la italiana ¿Cómo dialogan estas tradiciones en tu obra y qué aportan a tu interpretación de Nietzsche en la actualidad?
R.E:
Gracias por la pregunta. Claro, la introducción del libro Nietzsche, ideología pagana, es una introducción larga, muchas páginas, porque en cierta forma es como mostrar por qué volver a leer a Nietzsche, por qué otro libro de Nietzsche para estos tiempos, habiendo tantos otros. Este es un libro de Nietzsche gigante en todo sentido, por una parte, biográfico e historiográfico y, por otra, radicalmente un libro que en lo conceptual propone un Himno a la Alegría, esto es, la Barca del NosOtros como expresión de lo dionisíaco y ariadneo, a saber, del eterno retorno. Por eso en cierta forma esto aparece en la introducción. Y hay muchas lecturas de Nietzsche a lo largo del siglo XX, algunas orientadas a nivel político e ideológico y que realmente falsean al pensador alemán. Por ejemplo, hay una lectura de Heidegger que es de derecha, orientada a nivel ontológico, otra de Deleuze que es de izquierda, es la más clásica, una ontología de otro tipo que la heideggeriana: de corte material, y también hay una italiana distinta, que actualmente la encarna Paolo D’Iorio, pero que ya viene de su maestro Giuliano Campioni, es una interpretación, diría, socialdemócrata. Esta versión italiana hegemoniza en la actualidad y llega a España y Chile (también a Alemania). La interpretación italiana también se la busca hegemonizar, por parte del establishment actual, y para ello argumentan que la interpretación alemana (la de Heidegger) y francesa (la de Deleuze) están sesgadas porque suponen una lectura que está incardinada en un falso libro de Nietzsche que es La voluntad de poder (que es un falso libro y esto se sabe desde hace mucho tiempo, pero que se sigue editando y estudiando, en especial, por los heideggerianos). La interpretación de D’Iorio es más ‘científica y filológica’ porque trabaja desde las fuentes y esto es muy importante de destacar. Obviamente esta escuela considera que hay ciertos manuscritos originarios como el M III 1 de Sils Maria, cuaderno de apuntes de Nietzsche, en donde estaría el texto de agosto de 1881 del eterno retorno, y allí se fundan todas las bases del eterno retorno y ese eterno retorno no tendría nada que ver con las interpretaciones de Heidegger y Deleuze, y lo que indicaría es más bien que el eterno retorno sería una filosofía de tinte materialista científica, o sea, más reflexiva sobre las ciencias de la época, como una termodinámica actual que fue truncada por la locura temprana de Nietzsche y por las ‘malas’ influencias de Wagner y Lou Salomé. Y esta es la interpretación la que hoy va por todas partes hegemonizando, navega por doquier entre las tesis doctorales, congresos de filosofía, la academia filosófica internacional, etc. Y, lo que yo hago en este nuevo libro “acerda de” Nietzsche y “desde” él, es mostrar que las tres interpretaciones, las tres perspectivas, -son un juego de venganza- e indico cómo las tres interpretaciones son formas apolíneas de entender a Nietzsche y que ya no dan más de sí. Incluso la deleuzeana -que en cierto modo me gusta- también hay en ella un tremendo problema con su concepción de la voluntad de poder y la interpretación que hacen los franceses, antes de Deleuze con Klossosvsky, Bataille (en los años 30 del siglo XX) y también de Deleuze hasta la actualidad en Francia, no pueden con el matiz nietzscheano de la vida en lo griego mismo y cómo en eso se expresa lo humano, y lo escritural no es algo menor, sino constitutivo para entenderlo y vivirlo. Y lo que expreso en este libro es que Nietzsche lamentablemente fue subsumido ideológicamente, por su enfermedad, no tenía control sobre sí alguno, por su nefasta e inescrupulosa hermana en el ámbito fascista y después con la interpretación llevada por Heidegger, heredera del nazismo con un tinte ontológico, aparentemente de forma más neutralizado en su ontología que la brutalidad nazi, pues se le aleja de lo empírico mismo del decir de la hermana, pero se le hunde categorialmente en un decir fascista.
Y al final, estas tres grandes interpretaciones demuestran que Nietzsche fue usado como han querido por varios pensadores, en base a las fuentes que han querido usar de modo arbitrario, y así, finalmente, no han podido ver la grandeza que tiene Nietzsche en sus detalles de vida, escriturales, de pensamiento, de construcción de un NosOtros, en su amor por lo que le rodeaba, en su relación con Cósima, con Lou Salomé, sus gestos y detalles estéticos-musicales- literarios, su trabajo en torno a los griegos, en su cercanía con su “padre” musical Wagner: hay tantos matices en diversos modos pensantes y vivos y el propio Nietzsche nos va ofreciendo claves de lectura para dar con lo humano y real y en esto que llamaría las barcas del NosOtros. Y esas claves no solamente nos permite leer un Nietzsche mucho mejor, sino que también nos posibilita leer el pasado y sobre todo el presente que nos conmueve hoy, en la era de la estupidez de los Trump y compañía: Odio al Otro hegemonizado.
Nietzsche se nos convierte, en este Libro que les propongo, en una lectura en que el eterno retorno, y lo dionisíaco (ariadneo), sería un modo de entender, una forma de comprender y vivir al humano en medio de lo real, a saber, en esta finitud radical que nos constituye, y alejándose de cierta neurosis y lectura moralizante, haciendo un giro: es un mundo dionisíaco en la actualidad que nos permite construir vida en el movimiento de la propia finitud. Y por eso el libro de Nietzsche se vuelve fundamental, a la altura de un Hegel, de un Lenin, de revolucionario en un tiempo hiper ideologizado capitalista como el actual. Nos permite comprender y visibilizar al humano en medio del fracaso de todas las ontologías y teorías críticas y políticas. Da muchas posibilidades no solo de tipo políticas para comprender al humano, sino que también de tipo clínica y filosófica para dar con un humano en su dolor y alegría, y sumergido en la vida en toda su finitud: sin necesidad de negarla y de desear cualquier tipo de laberinto presente para vivir engañados, como los que hubo en la propia época de Nietzsche y contra los que luchó radicalmente. Es un Libro que dicho míticamente y de modo socarrón está escrito por el mismo Toro Blanco, el que se raptó a Europa, el que tuvo relaciones con Pasïfae, el padre del Minotauro, a saber, el que construyó el ciclo monoico que dio de sí lo humano en medio de lo real, un humano que hoy requiere con urgencia volver a bailar, a ser liviano, a jugar y a crear Barcas del NosOtros…
- Destacas que el libro no solo se inscribe en el ámbito filosófico, sino que también juega con la literatura, la poesía, la teoría crítica, el feminismo y el psicoanálisis, ¿Cómo logras articular estos distintos registros en un texto que, como mencionas, es un ensayo literario poético y qué desafíos enfrentaste en este proceso de escritura?
RE:
«Mi escritura tiene un tinte ‘académico’ (lo digo entre comillas), pero no en el sentido de la ‘filosofía muerta’ que a veces se ve en los departamentos de filosofía de todas partes: no solo en Chile, sino en Europa, Sudamérica, etc, me refiero a escribir libros sin vida (es el trabajo muerto de la academia y de muchos historiadores de la filosofía, que nunca han rozado ni más mínimo lo filosófico de nada). Para mí, la filosofía está siempre vinculada a la teoría crítica, el psicoanálisis, al feminismo, a la ontología, a la historia de la filosofía, a la historia material del humano mismo, a la estética, a la teoría política, etc. Y, también, la literatura y la escritura forman parte de un diálogo constante en mí mismo, un diálogo que no solo se mantiene con los referentes clásicos (ya filósofos como artistas, psicoanalistas, feministas, etc.), sino también con el propio lector que se sumerge en mis escritos. Mi idea es siempre dialogar con el lector, generar una experiencia entre la escritura y el que la lee. Se trata de llevar al lector a subirse al lomo del Toro Blanco y así pueda construir vida en tiempos de tanta muerte y estupidez.
Este enfoque posibilita que la lectura sea más grata e interesante, que el texto no sea simplemente un objeto de estudio, sino una experiencia performativa, algo que convoca, que mueve, que interpela al que lee, a saber, lo hace reflexionar, lo mueve de su zona de confort neurótico, lo dinamiza, lo eleva. Es un texto que hace reflexionar, que obliga a detenerse en la vida cotidiana que llevamos de forma inmediata, a mediatizarla de múltiples modos, a tomar distancia y repensar en lo que estoy. Y así transformar lo que nos acontece: transvalorarlo y en ello generar algún tipo de NosOtros que nos dé fuerzas para movernos en el mar del capitalismo, a contracorriente, y en nuestra radical finitud, que tanto tememos hoy en día.
El Libro tiene una estructura de tres grandes apartados, con un total de aproximadamente 900 páginas o más. El primer apartado es sobre Nietzsche, el segundo sobre Diónysos y el tercero sobre Ariadna. Cada texto es independiente entre sí, pero están en constante diálogo con los otros dos apartados y, en especial, con el propio lector. Este diálogo no es solo desde lo contemporáneo, sino que se extiende a lo largo de 5.000 años o más, atravesando lo minoico, lo dionisíaco, lo estético, lo político, lo musical, lo trágico, y sumando a referentes fundamentales del pensamiento humano a lo largo de todo este tiempo, por ejemplo, al mismo Beethoven y el cine actual y la poesía contemporánea (y siempre desde el horizonte de los fracasos de las revueltas de emancipación).
En este proceso escritural, a través de cientos de páginas, aparecen elementos variados del psicoanálisis como la neurosis, la perversión, del feminismo como lo queer y lo interseccional, la teoría crítica y el advenimiento del capitalismo nihilista, pero también está totalmente presente el arte del mundo griego y cómo desde él lo vivimos de otro modo hoy; el cine, la música, la poesía. La idea es construir una comprensión del humano como un ser complejo, un ‘NosOtros sociohistórico diferencial’ que navega en la finitud, en la materia y sin sentido metafísico alguno; y para ello construye Barcas del NosOtros. Eso fue la tragedia griega, eso fueron las sinfonías de Beethoven, eso es el cine en la actualidad y la poesía en Chile. Es desde esa materialidad que se despliegan las diversas estructuras de esta subjetividad comunitaria que han configurado al ser humano a lo largo de milenios.
Desde Freud hasta las formulaciones más recientes, el psicoanálisis permite comprender cómo los dispositivos de la neurosis han definido la subjetividad y con ello lo social mismo, incluso lo real. A su vez, el feminismo, especialmente en su vertiente queer, ofrece herramientas para cuestionar el capitalismo y sus efectos sobre la subjetividad encarcelada y normalizada. Todo esto se entrelaza con una crítica profunda a las formas rígidas del pensamiento, aquellas que se han enquistado en el yo, en el Estado-Nación, en estructuras que ya no dan más de sí y que, en muchos sentidos, son parte del problema mismo a superar y que este Libro los muestra una y otra vez por distintos lugares.
Por eso es necesario volver a Nietzsche, a los mitos del Toro Blanco del pasado y del presente que les narro en diversas historias actuales, a los griegos, a lo dionisíaco, a la tragedia, al arte, a Shakespeare, a Beethoven, a las formas literarias, críticas, poéticas y musicales; a lo que Nietzsche llamaba Anticristo y que expresa en este libro por múltiples matices de vivir en el movimiento y lo liviano, no en el límite y nunca en lo pesado: nada con la Creatio ex nihilo. Es una forma de entender el cuerpo, las navegaciones humanas, las relaciones de poder y las posibilidades de transformación en tiempos que los proyectos de emancipación sucumben ante la propia traición que les realizamos por nuestra funesta neurosis que nos constituye; pero que de alguna forma superamos.
El libro no solo presenta estas influencias, sino que también les hace crítica cuando se vuelven estructuras rígidas y neuróticas. Es un texto que juega con las referencias, que permite al lector sumergirse, detenerse y, pienso, que lo transforma, lo hace reír, suspirar, llorar, enfadarse, fortalecerse y bailar en medio de la finitud. Y, sobre todo, es un texto que le recuerda que no está solo, que en la finitud de su vida, en nuestra animalidad finita, no es necesaria la trascendencia, ni el capitalismo, ni el patriarcado, ni el colonialismo: que no es imprescindible habitar los laberintos de la modernidad para poder navegar en los tejidos humanos que nos embarcan unos con otros en diversas especies de Barcas del NosOtros.»
- Mencionas que tu libro es a la vez clínico y político, con una postura crítica frente a varias corrientes contemporáneas como el populismo, la biopolítica y ciertos enfoques del psicoanálisis. ¿Cuáles son las principales tesis emancipatorias que planteas y cómo dialogan con la crisis de las teorías políticas actuales?
R: Actualmente, trabajo en solitario en el trabajo escritural mismo, pero siempre en diálogo con colectivos como la Red NosOtros y con amigos, de diversas disciplinas, saberes, artes, que también investigan y piensan en el humano en medio de lo real, esto es, un humano material en una historia material y que la única forma que se constituya como tal es por medio de un otro, un otro que no es solamente humano, sino que es mero otro: todo humano es un NosOtros que para ser viable como tal construye Barcas del NosOtros. Lo humano a veces se expresa, en ciertos aspectos, en tanto el mítico Toro Blanco y otras veces no lo consigue y se neurotiza y se auto encarcela en su propio laberinto que en estos tiempos es el de munchos: el de capitalismo. En mis actuales libros, escribo mucho, es mi vida, es mi síntoma, es mi terapia, es lo que me hace bien, es mi forma de crear Barcas del NosOtros, hay una gran riqueza y que muestran en lo que estoy y lo que vendrá en un futuro próximo. Y con esto lo que quiero decir es que en los libros que están surgiendo ahora, en ellos mismos la ciencia, el saber, se presenta de manera increíble y única en una escritura viva, nunca muerta y siempre creadora, poética. Mi libro de Ariadna, por ejemplo, es una obra portentosa (ahora sale una traducción francesa), con matices diversos dentro de sí que no pertenecen al ámbito estrictamente académico, pero que tampoco se enmarcan en un lenguaje puramente categorial u ontológico, sino en la materialidad misma de los mitos que se actualizan a nuestras libertades de hoy.
No son textos encasillados en una filosofía rígida ni en el mero ensayo tradicional, y nunca un manual de ninguna especie, ni tampoco libro edificante. No siguen mis libros el camino de pensadores como Kant, Fichte, Husserl, ni se limitan a una escritura pensante del estado actual sociológico, como es el caso de Zizek. La escritura, para mí, es performativa y constructora de Barcas: es una forma creativa de amar (esto en parte es la presencia del amor en mi vida). Y cada uno de ellos tiene su formato propio, que no se puede transferir a otro tipo de libro. Me surge espontáneamente escribir, por ejemplo, ciertos temas en cuentos, otros en libros conceptuales, unos conceptos vivos como centauros, otros con referencias estéticas que permiten tanto al lector como a mí mismo navegar juntos en una misma Barca. Es una escritura que construye una comunidad, una forma de emancipación de los tejidos socio-históricos humanos.
En este contexto, mi escritura formalmente deviene dionisíaca (escribo galopando en una aventura con el Toro Blanco), esto es, tiene tres elementos constitutivos, que expresan al dios, en tanto Zagreo, Baco e Iaco, esto es, dicho conceptualmente: la distancia, el movimiento y la ligereza. El carácter Zagreo del dio nos indica la muerte, el dolor, la finitud y esto en el trazo escritural se realiza en tanto que distancia, a saber, genera un cierto distanciamiento que in media res, en la cosa misma, en la inmediatez en la que estamos, podamos ver de alguna forma eso en lo que precisamente estamos siendo, viviendo, habitando, reproduciendo. Y esto en lo escritural es muy importante para mí porque busco que el lector mientras lee tome distancia y reflexione sobre su propio hacer. El segundo momento del dios es el de Baco y con esto quiero expresar el baile del dios, su movimiento y esto, por ejemplo, se indicaba en la antigüedad en la tragedia misma, y aquí aparece como el movimiento que voy realizando cuando escribo y lo que se propone en el Libro se va mostrando desde diversos lugares que generan una mediación necesaria para que el movimiento en el movimiento mismo nos permita ser un NosOtros. Vivo, alegre y libre. La escritura en tanto Baco es un referente en lo político que vivimos y somos, la autonomía y la crítica al mercado de estos tiempos de capitalismo naturaliza que nos neurotiza y también nos psicotiza y nos hace estallar. Y así, finalmente, en la escritura se da el momento de Iaco, que se muestra en que el lector se transforme, dentro de lo posible, y esto sugiere algo muy simple, es un matiz, una Barca del NosOtros, la que sea, una transvaloración que lo vuelva más ligero y lo eleve por encima de su propia neurosis laberíntica capitalista en la que está y ayuda a fomentar. Este tercer momento de lo inicial, de lo dionisíaco, de la escritura misma del libro, de este libro, se asocia a lo ligero, a lo que nos eleva, lo que nos afirma. Y este libro tiene varios momentos así, que espero que el lector se sienta más liviano en compañía del Libro, con un otro en tanto que otro. Ese proceso, en definitiva, solo es posible en un modo escritural donde el lector se apropia del texto y lo hace suyo. Así, el Libro se convierte en una obra clínico-política en medio de este capitalismo que se mueve hoy en el Odio al Otro: porque causa un tipo de transferencia, de apropiación de una vida en medio del dolor, en un movimiento que permite y posibilita la ligereza de la vida en tanto NosOtros y Barca. Este enfoque ya lo había trabajado en mi libro sobre Sade, donde cuestionaba el lacanismo de lo simbólico y la interpretación freudiana del psicoanálisis, para dar con una clínica material que propone el movimiento y lo ligero como modo de vida sana y asumiendo que nos morimos, como cualquier animal que somos. Y allí mismo estamos vivos, alegres y libres.
Vivimos en un mundo donde lo finito nos causa pánico, y ese miedo al otro se convierte en odio, generando estructuras reaccionarias por todas partes en estos tiempos, de allí llegan los Trump y los Musk actuales como expresión simbólica del humano en su miedo radical a su propia animalidad finita diferencial, por eso, también, ese odio a todas las diversidades sexuales y cualquier tipo de diferencias, las que sea. Este Libro, en cambio, juega con lo clínico mismo: nos libera de las cargas neuróticas, desplaza, mueve, transgrede al lector, lo inquieta, lo conecta consigo mismo mediado siempre por un otro: es la única forma de romper con el narcisismo. Esta idea de la clínica no es la de Freud que fundara ni la del humano sublime siempre bueno, sino una clínica de los que se inician en la vida una y otra vez, de lo ligero, del movimiento y la distancia. Es una clínica de la emancipación y de lo político, que dialoga con teorías contemporáneas como el populismo, la biopolítica, el feminismo, los estudios culturales y la teoría crítica. Y en especial dialoga y baila con el humano de a pie, ese humano cualquier que somo tú y yo, el que sea. Por eso mi necesidad de escribir cuentos hoy en mi vida. Es una forma bella de conversar con todos mis lectores, los que sean.
Desde esta perspectiva, la escritura es una construcción que aborda el problema de la realidad en la lucha contra el mal en el mundo: un mal que solo se expresa en la universalidad inmediata, en ese Moloch de la abstracción, ese deber que no encierra por fuera de la vida en la vida misma: el laberinto por excelencia. La única manera de construir la emancipación es regresar junto a Nietzsche, a los griegos, al arte y la política y actualizarlo hoy, como ya lo hizo Nietzsche en el siglo XIX. Lo hizo Sófocles son su Antígona en su tiempo, lo lograron Beethoven y Hegel con la música y la filosofía en su tiempo. La Sinfonía 9, con el coro basado en los versos de Schiller en su cuarto movimiento, es un verdadero proyecto de emancipación que opera a través de los tejidos humanos, de los movimientos y las conexiones entre humanos en distintos lugares que se acoplan por medio de esa sonoridad, y esos textos para diseñar una de las más grande Barcas del NosOtros que se han construido alguna vez en la historia.
Estos movimientos dionisíacos que les propongo en este Libro permiten una emancipación a gran escala en nuestra época, aunque estemos sumergidos, al parecer, en medio de varios Ángeles de la Muerte. Lenin entendió esto en su momento y no se equivocó; la Revolución Griega ya operaba en su pensamiento, y su lectura de Nietzsche también es clave en su obra, no solamente su gran lectura de Hegel y la Ciencia de la lógica que realizó en 1914, con el fracaso de ls Segunda Internacional y con la guerra capitalista que se venía. Lenin, como se sabe, había leído El nacimiento de la tragedia y Así habló Zaratustra, y en su proceso revolucionario se observa la influencia de Nietzsche, sin que se encuentre, por este sentido, un fallo a su comprensión, sino que lo dionisíaco es parte de ese proceso en que el movimiento va generando Barcas del NosOtros que se emancipan incluso contra el Zar: es ese movimiento dionisíaco el que no puede reprimir más el que ostentaba todo el poder, pero en el fondo era el más débil de todos los neuróticos, porque era un neurótico muy frágil, pues concentraba el poder en sí mismo (aquí el peligro radical), luego era muy fácil la solución, había que eliminarlo y la emancipación acontecería. Y fue lo que sucedió.
- Dices que este es un «tremendo libro de amor» en el que juegas con la figura de Nietzsche y Lou Salomé, dedicándoles la obra y explorando lo que llamas «las barcas del nosotros». ¿Puedes explicarnos en qué consiste esta teoría filosófica y cómo se relaciona con tu crítica al capitalismo, el patriarcado y la religiosidad neurótica?
La cuarta pregunta se refiere a si el Libro está dedicado a Lou Salomé y a Nietzsche. Yo respondo que sí y lo explico en detalle. El libro de Nietzsche está asociado a los tres grandes libros que ya he escrito: sobre Ariadna, Antígona y Lou. Y para entender esto, hay un concepto estructural en el que trabajo para comprenderme a mí mismo como escritor y filósofo, es la idea de arcos de trabajo escritural y de vida en mi propia obra, son los arcos filosóficos que escribo: uno es por decirlo de alguna manera sencilla ‘hegeliano’ y el otro es ‘nietzscheano. Y ambos dialogan y bailan entre sí. Existe un arco nietzscheano, de carácter estético y un arco hegeliano, de carácter político, que dialogan y bailan entre sí, para dar con lo humano y lo real mismo en lo que se inscribe el propio humano en mis libros. El arco político es construido por el filósofo Espinoza Lolas, mientras que el arco estético es expresado por el mismo proceso creativo del escritor Espinoza Lolas (el que escribe las historias del Toro Blanco o ¿es el Toro Blanco el que se inventó una expresión humana?). Y esto se ve en este libro entorno a Nietzsche. Desde la perspectiva biográfica, Nietzsche es un pensador cuya obra está atravesada por su relación con Lou Salomé. Su legado se teje con múltiples influencias y con figuras femeninas como Cosima Wagner, quienes marcaron su vida y pensamiento. Nietzsche fue un escritor magistral que exploró la materialidad del mundo a través de distintas referencias culturales y experimentando en su trazo escritural y vital, su modo de viajar, de vivir, los lugares en los que escribía como Sils Maria, lo que comía, sus amigos, sus cartas, sus diversas enfermedades, etc. Pero su obra, también, se inscribe en la tradición filosófica, pero siempre en un espacio de experimentación y deconstructivismo que rompe con las estructuras impuestas de su época y, todavía, de hoy. No podemos clasificar a Nietzsche en ningún sentido. Mis arcos de trabajo (el filósofo de lo político y el escritor creador) van dialogando en este Libro, se entrecruzan, y así surge un Nietzsche hegeliano y este libro se vuelve en el fundamento de todos mis otros libros, porque lo político ahora se incardina en la materialidad misma del animal humano, una materialidad que se muestra en la experimentación estética de unos con otros en tanto construcción política del NosOtros.
En este sentido, el libro plantea una actualización del diseño filosófico como un movimiento de distancia y ligereza, permitiendo construir nuevas formas de subjetividad, nuevas maneras de navegar en lo real. Este juego filosófico es clave en la construcción nietzscheana, pero también en la reflexión analítica posterior a él. La filosofía, en este marco, no se cierra en un sistema cerrado, sino que abre posibilidades de interpretación, interacción y transformación permanente.
La cuestión del amor y el acoplamiento material también juega un papel central. Nietzsche y Lou Salomé no representan un vínculo convencional, sino una relación que nos permite entender el eterno retorno como movimiento. El amor aquí no es una simple fijación neurótica ni un ideal simbólico; es una construcción material que, en su tensión, permite superar la sensibilidad neurótica del límite, del miedo y del pánico existencial.
Los límites del Estado-Nación, del yo y de las estructuras capitalistas han sido creados desde una perspectiva trascendental, ortogonal a la materialidad. Estas construcciones han generado el patriarcado, los procesos de colonización y la reproducción del capitalismo en su toxicidad actual. Sin embargo, todo esto comienza a desmoronarse cuando entra en juego el amor entendido como tejido relacional, como una construcción de la alteridad, un vínculo material.
La metáfora de la Barca, de este Libro, es central en esta concepción: las instituciones son barcas que deben ser mantenidas, reparadas y constantemente actualizadas a la altura de los tiempos. La historia está llena de ejemplos: la barca de los locos, la barca de Diónysos, la barca de Noé, etc. En cada caso, la barca muestra un espacio de tránsito y transformación: transvaloración. Por ello, este Libro es, en última instancia, un libro de amor, dedicado a quienes se amaron de manera única, pero en formas no convencionales. Amaron y se amaron en tanto van construyendo contra el sistema y su normativa simbólica inmediata Barcas del NosOtros. Nietzsche enloqueció en enero de 1889, mientras que Lou Salomé continuó explorando nuevas formas de vida, pensamiento y humanidad hasta el fin de sus días. De allí que fuera una gran psicoanalista y que el tema del sufrimiento humano fuera uno de sus temas más importantes en su obra, en tanto, una crítica permanente a todo lo que niega la vida y la neurotiza, incluso contra su amado Freud. Ella fue la primera que dio golpes tremendos al psicoanálisis en sus inicios para llenarlo de materialidad, de arte, religión, de ese humano que somos en medio de una nada finita.
El amor, en su verdadera esencia, es lo único capaz de descomponer las estructuras capitalistas que fijan todo en el yo y en su Estado. Estas estructuras operan de manera neurótica, impidiendo la formación de vínculos genuinos. Cuando el yo se aísla en su propia lógica, traiciona su propia posibilidad de relación, y el proceso ético-político colapsa. Para evitar este colapso, es necesario un movimiento dionisíaco, una vuelta, por ejemplo, al pensamiento trágico de Sófocles y una resignificación del arte y la política como espacios de transformación real y que solo en el movimiento nos darán la ligereza para navegar los mares actuales en Barcas.
Así, la filosofía no es solo un ejercicio teórico, sino un espacio de juego, construcción y emancipación, donde el amor, la política y la estética se entrelazan para generar nuevas formas de vida. Este es mi libro más personal, es un libro de amor, de mi amor por mi poeta, también, de mi vida actual y la mujer que amo (Anna), de mi hija Constanza y su forma de amar, es un libro que al ser dedicado a Lou y Fritz,a la vez, está dedicado a los que saben amar, como Constanza y su Ian, es un libro para ellos, pero, digo, para todos los que aman, han amado y amarán. Ver el amor de Constanza con Ian me emociona: ellos ya han creado una Barca del NosOtros siendo tan jóvenes.
- El libro tiene un cierre peculiar con múltiples conclusiones: un mito, una obra de teatro, un cuento, un poema y un relato personal. ¿Qué te motivó a estructurar el final de esta manera y qué efecto esperas provocar en el lector con este juego de formatos y perspectivas?
RE:
Claro, y es verdad. El libro tiene muchas versiones y múltiples capas a lo largo de décadas. Contiene mitos, obras de teatro, sinfonías, cuentos, poemas, elementos biográficos, angustías, alegrías, todo tipo de sueños y transgresión permanente. Es, en sí mismo, un libro muy biográfico y, a la vez, un multiverso en expansión que se realiza en el que lee. Es un libro del propio lector, porque siempre dialogo con él, a través de Nietzsche.
Desde niño me ha acompañado la lectura y la escritura. Tengo 57 años, pero recuerdo que, cuando era adolescente, entre los 15 y los 17 años, mi padre, que era un carnicero de barrio pobre, Playa Ancha en Valparaíso, me regaló una edición muy mala de Así habló Zaratustra, incompleta y mal traducida. La debió comprar en un kioso de revistas del cerro, donde el trabajaba. Era una colección donde también estaban El Príncipe de Maquiavelo y La política de Aristóteles. Vivíamos en un barrio muy arruinado de Valparaíso, mi familia era pobre y teníamos una casa que se caía a pedazos, pero leía mucho ya en esos años de joven, y esos libros, aunque eran ediciones horribles, fueron fundamentales en mi primera formación. Fue entonces cuando leí Así habló Zaratustra por primera vez. Más tarde, me fui a estudiar Ingeniería Civil a la Universidad Técnica Federico Santa María (donde leí mucha filosofía: griegos, Hegel, Schelling, Heidegger, Zubiri, etc.) y luego entré a estudiar filosofía en la Universidad Católica de Valparaíso. Ahí tuve como maestro a Jorge Eduardo Rivera, quien era amigo de Zubiri y traductor del ya mítico Ser y tiempo de Heidegger (también fue su amigo). Era un hombre católico, pero muy abierto, siempre preocupado por el otro, muy generoso, y me abrió todas las puertas al pensamiento filosófico, de su casa y de su vida. Su enfoque filosófico era ontológico (él venía directamente de la Escuela de Freiburg con Fink como maestro, Heidegger ya no hacía clases), era profundamente heideggeriano (pero de un ‘espíritu’ cristiano zubiriano), pero siempre buscaba encarnarlo en el cuerpo, en la mirada, en la vida misma. Eso era algo bellísimo en su enseñanza oral (era como un nietzscheano pero ‘sin saberlo).
En esa época, en mi primer año de filosofía, 1989, compré El nacimiento de la tragedia en una edición de Alianza. No tenía dinero, pero lo adquirí como un acto de transvaloración para mí mismo, junté dinero para comprar ese libro (todavía lo tengo). Entonces, ya en 1989, empecé a leer formalmente a Nietzsche en una buena edición.
Nietzsche siempre ha sido una presencia en mi vida ya académica ya en lo cotidiano mismo. He dado seminarios, cursos, conferencias sobre su filosofía; he escrito artículos especializados sobre él y organizado congresos internacionales sobre él en diálogo con el presente. Ha estado siempre en mis libros: en los de teoría crítica, en los dedicados a Hegel, en los análisis político-históricos y estéticos. Sin embargo, nunca lograba terminar un libro exclusivamente sobre Nietzsche y desde él.
Durante la pandemia de 2020, mientras estaba en Barcelona, ya tenía una estructura de 400 páginas, pero decidí desecharla completamente y empezar desde cero. Luego lo terminé, pero lo volví a rehacer obsesivamente. Más tarde, en Polignano a Mare, en 2022, lo reconstruí una vez más. En 2023 lo reescribí completamente, y en enero de 2025, finalmente, logré darle una forma definitiva al libro que es el que ahora saldrá luz por medio de una nueva editorial mexicana llamada Púrupura ediciones y que tendrá una gran cobertura en toda Iberoamérica.
Este proceso de reescritura constante influyó en la estructura del Libro y, particularmente, en su cierre. Nietzsche, por ejemplo, siempre tuvo la intención de escribir obras de teatro, pero nunca las terminó. Muchas de sus ideas quedaron en estado fragmentario (que se pueden ver y estudiar en sus Fragmentos Póstumos que han sido muy bien editados), especialmente por su locura temprana, no olvidemos que tenía 44 años cuando se volvió completamente loco. Entre esos fragmentos se encuentran los llamados Diálogos de Naxos y que son pequeñas piezas inacabadas ente el dios Diónysos y Ariadna, que son huellas de ese universo teatral no del todo fraguado, menos acabado. Por esta razón el Libro lleva una pieza de teatro, pero acabada, para ser representada y en donde ambos charlan de modo muy holgazán para entender a lo humano en medio de lo real, en un lugar perdido de La Puglia.
Cuando llegué al final del libro, sentí la necesidad de preguntarme: ¿qué pasa si no hay una conclusión general? En realidad, nunca hubo una única respuesta cerrada. Nietzsche, en su delirio, escribió El lamento de Ariadna, utilizando textos antiguos de la época de su Zaratustra. En un principio, quise hacer algo similar, un Lamento a Diónysos, pero con el tiempo se transformó en una Alegría a Diónysos. La conclusión del Libro, entonces, se presenta como una expresión poética en la que Diónysos habla de sí mismo, en un murmullo constante, en movimiento. Más que un lamento de Ariadna, es un lamento de Diónysos, pero no en el sentido de una tragedia moderna o un canto de dolor, sino como una conversación consigo mismo, por tanto, un juego de risas y reflexiones ligeras.
Ahí es donde el lector se da cuenta de que la conclusión no es cerrada ni definitiva. Es algo performativo, algo que lo involucra directamente: es el eterno retorno como un matiz de lo sutil que nos invita a bailar y a ser ligeros. En cierto sentido, es el lector quien concluye el Libro. A través de la idea del eterno retorno, el texto señala matices cotidianos y materiales, la actualización constante de las relaciones humanas, permitiendo navegar desde lo sexual hasta lo político. La conclusión juega con este concepto de lo dionisíaco, con ese tono de cachondeo que está en la política del cuerpo, en la política de la risa y de la liviandad. Y en ese momento final, aparece Ariadna y besa al dios inmortal. Spoiler. Cuando ya tenía el libro terminado, sentí la necesidad de incluir mi propio relato biográfico, de responder a la pregunta: ¿quién soy yo como autor de este libro? Porque, en el fondo, siempre he estado presente en él. El Libro, en su totalidad, es mi obra, es mi vida. Es un libro de amor, un libro de amor en el sentido más amplio, no solo en términos de afecto, sino como entrega, como un testimonio de mi recorrido filosófico, de un NosOtros que se ha echado a navegar al mar en tanto Barca. Y en ese amor se entrelaza mi pensamiento con mi vida e historia material misma: mis enfermedades, las alegrías, la pobreza… mis constantes viajes por múltiples lugares y la permanente tensión entre lo académico, lo performativo y lo poético: entre el filósofo nietzscheano hegeliano y el escritor y creador del Toro Blanco. El Libro ha sido un parto para mí… Ya no me pertenece… El libro es mi forma de amar… a todos… en especial a Constanza y Anna.
¿Cómo firmo esta Entrevista?
Toro Blanco…
13 de febrero de 2025 en Polignano a Mare…
Sobre el autor:
Ricardo Espinoza Lolas, Filósofo y escritor chileno