Por Mustapha Ouzir.-
Introducción
Para la mayoría de los historiadores, las agrupaciones Sanhaya—una adaptación árabe de la denominación amazigh Zenaga—que dieron origen a la dinastía de los almorávides, se consideran como las poblaciones autóctonas de los territorios saharianos de Mauritania y del antiguo Sáhara español, o lo que se denomina también Bilad al-Bidan o país Bidan (Hadidi, 2010, p. 57). En efecto, los amazigh (bereberes) Sanhaya poblaban un territorio que se extendía de norte a sur, desde la región de Sus y Ued Daráa hasta el río Senegal. A partir del siglo XIV, la estructura étnica del Sahara con sus poblaciones bereberes Sanhaya empieza a cambiar con la llegada de las tribus árabes de Banu Hassan.
El objetivo de este estudio no pretende profundizar en los aspectos históricos de las etnias que poblaron las tierras saharianas, sino exponer un trabajo sintético haciendo un recorrido histórico para entender el lento proceso evolutivo que conoció la estructura social y tribal de la población saharaui, por una parte, y por otra, las transformaciones de la sociedad saharaui tradicional provocadas por la conquista colonial española.
La pirámide social tras la dominación de Banu Hassan
La población saharaui, que tiene orígenes a la vez amazighes, árabes y negros, es el resultado de la mezcla de las tribus amazighes (bereberes) que poblaban el Sáhara antiguamente y las tribus árabes de Banu Hassan, fracción de Banu Maqil, que llegaron al Sáhara en torno al siglo XIII. Es cierto que con el tiempo y debido a la organización social y económica de la vida en el Sáhara, esencialmente el nomadismo y el comercio transahariano, otros grupos tribales tanto del norte como del sur del Sáhara integraron la composición étnica de los saharauis.
Sin entrar en detalles históricos, las tribus de Banu Hassan se adentraron en el Sáhara y, tras una serie de enfrentamientos con la población amazigh (bereber), acabaron por imponerse e instalarse definitivamente en Bilad al-Bidan y a ocupar todo el territorio de los Sanhaya (Ibn Jaldún, siglo XIV/2000, p. 69). Como nuevos dueños del territorio, las cabilas de Banu Hassan encabezan la pirámide de la nueva sociedad saharaui, en la que imponen su propia organización según la siguiente estructura:
En primer lugar, hallamos la clase de los moharibun o guerreros, ocupada exclusivamente por las cabilas de Banu Hassan, que gozaba de más prestigio y tenía el poder de la dominación por la fuerza, así como el de la protección y la defensa.
En segundo lugar, encontramos la clase de zawaya o zaouias, que se compone de los descendientes de los almorávides, que son bereberes Sanhaya, quienes perpetuaban la tradición de sus antepasados, es decir, la transmisión del saber y de las disciplinas de la religión musulmana a través de zaouias religiosas y medersas de las diversas ciencias. Esta clase tuvo muchos discípulos y su noble misión de educación y cultura les permitió tener poder espiritual y prestigio social, lo que les facilitó desarrollarse, incluso económicamente, en la sociedad saharaui. Podemos decir que esta clase adquirió tanta importancia que muchos miembros de Banu Hassan la integraron tras arrepentirse de las guerras y de los abusos de las armas, o por querer integrar las medersas en busca de educación y estudios.
La tercera clase es la llamada alahma o parentesco y se compone de cabilas de ascendencia oscura que pueden ser de Banu Hassan o de Sanhaya y que han sido derrotadas en guerras o empobrecidas por ellas, y que deben pagar por ser protegidas por las clases superiores. Esta clase de la sociedad saharaui ocupa oficios tales como artesanos, músicos, etc. Este grupo, a pesar de ocupar la parte inferior de la pirámide social, desempeñaba un papel de suma importancia en la organización social de la sociedad saharaui. Sus oficios contribuían en el funcionamiento y el desarrollo de la economía, además de su contribución financiera a través de los impuestos que pagaban a los guerreros y la zakat que daban a las zawaya.
Con esta clasificación de los componentes de la sociedad saharaui, existen otras cabilas fuera de dicha estructura, conocidas por su pertenencia al linaje del profeta Muhammad al pretender ser descendientes de su hija Fátima Azahara y su esposo Alí, el primo del profeta. Este grupo, conocido por el nombre de chorfa o jerifes, participa en las guerras al mismo tiempo que frecuenta las zawaya. Cabe recordar que los jerifes se hallan en todo el Sáhara, igual que se encuentran en todas las regiones del Islam. Entre las cabilas del Sáhara que forman parte de los chorfa, citamos a los Reguibat, una gran agrupación tribal que se divide en Reguibat Essahel (la costa) y Reguibat Echerg (el este), y la cabila de los jerifes Laaroussiyin. Ambas cabilas forman parte de los Banu Hassan. También hallamos en el grupo de los chorfa los Filala, que llegaron al Sáhara durante el reino del rey alauí Mulay Ismaíl, con la misión santa de orientar y enseñar la religión musulmana y el rito malikí. Otra cabila que pertenece también a los chorfa es la de los jerifes Tubalti, que vinieron de Tarudant, que era en aquella época el centro urbano e intelectual de la región de Sus. Se instalaron en la región costera entre El Aaiún y Tarfaya.
La sociedad tribal Beduina del Sáhara
A partir del siglo XVII, las cabilas de Banu Hassan, de la confederación de Banu Maqil, consolidaron su control y dominio sobre el territorio del Sáhara, y las cabilas de Sanhaya se adaptaron al nuevo orden impuesto por sus vencedores. Y así es como los Sanhaya comenzaron a adoptar la cultura, los hábitos e incluso la lengua de Banu Hassan. Se puede decir que se ha forjado una sociedad saharaui como resultado de una serie de evoluciones históricas en un territorio situado entre las sociedades mediterráneas y las sociedades subsaharianas o lo que se llama Bilad al-Sudan, país o tierra de Sudán o de los negros. En fin, las transformaciones de la estructura étnica y tribal que sufrió Bilad al-Bidan como resultado de la dominación progresiva de Banu Hassan sobre los bereberes Sanhaya, dieron lugar a una nueva composición árabo-bereber de la población sahariana.
Antes de la ocupación española de Dajla, Villa Cisneros, en el año 1884, en el Sáhara vivían unas agrupaciones de cabilas que se desplazaban según su modo de vida nómada, en las zonas de Saguia Al Hamra y Ued Addahab o Río de Oro, del norte al sur y viceversa. Su vida se basaba en la trashumancia en busca de pastos para el ganado, el comercio transahariano y las invasiones y razias. Este modo de vida nómada, basado en los vínculos familiares y las alianzas tribales por matrimonios y pactos, se regulaba por ciertas condiciones económicas y geográficas. Es decir, la vida de estas poblaciones giraba en torno a agrupaciones nómadas unidas por lazos de parentesco que desplazaban juntos al ganado, esencialmente constituido por dromedarios y en cantidad menor de cabras, en los espacios de trashumancia. La vida de la cabila es regida por un jefe que tiene autoridad, y también por una asamblea de jefes de familias más ancianos. Estos últimos tienen por función la repartición del pasto y la defensa de la cabila contra cualquier peligro del exterior.
Desde finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, esta sociedad saharaui, o sociedad Bidan, empezaba un lento proceso de transformación debido a la ocupación francesa en Argelia y en el sur del Sáhara occidental (Mauritania), a la debilidad del Majzén en las regiones del sur y a las perturbaciones del comercio transahariano. Estos factores estuvieron en el origen de desplazamientos de las grandes tribus, por razones económicas y a causa de la imposición de nuevas fronteras por los colonos europeos que perjudicaban su organización social basada esencialmente en la libertad de movimiento, tanto para el comercio como para el pastoreo.
Conquista colonial y transformación de la sociedad beduina
Para atraer a los comerciantes africanos (Rumeu de Armas, 1996), los españoles instalaron factorías comerciales en las costas saharianas. Y como España y Portugal, en tanto que potencias coloniales, tenían intereses contrapuestos en el Atlántico, y para evitar enfrentamientos precisamente sobre territorios del África occidental, los dos reinos se sometieron a una serie de tratados como vía pacífica para evitar pugnas entre sí, y así repartir los diferentes territorios de la costa africana. Como consecuencia de estos repartos, a España se le adjudicó, entre otros territorios, las partes de África limítrofes de Canarias, en este caso el Sáhara Occidental. Sin embargo, España, como potencia que dominaba en esta zona del Atlántico, sólo se interesaba por fundar pesquerías en la costa y no demostró mucho interés por explorar las tierras saharianas hasta finales del siglo XIX y, sobre todo, durante las primeras décadas del siglo XX.
Durante los años treinta del siglo pasado, dos acontecimientos iban a acelerar la transformación de la sociedad saharaui. Por una parte, España consiguió ocupar el Sáhara y, por otra, el Sáhara sufrió un periodo de sequía. Estos factores hicieron que la población saharaui, que no formaba parte de las potentes cabilas, se dirigiera a los centros militares que poco a poco se convirtieron en lugares de residencia para una categoría de la población saharaui. Tal situación favorecía el control de la población por parte del ocupante español. Los centros militares empezaron entonces a transformarse en centros urbanos en los que unos grupos de saharauis se encontraban forzados a quedarse, por haber sido privados de los grandes espacios necesarios para continuar su modo de vida en trashumancia, ya sea por haber perdido su ganado durante la sequía, por la reducción de los espacios de pastoreo debido a las nuevas fronteras establecidas por los ocupantes franceses y españoles, o por haber perdido la protección de las grandes cabilas.
Se puede afirmar que la transformación que sufrió la sociedad saharaui durante la ocupación española consiste esencialmente en el abandono del modo de vida nómada de la población sahariana y en la adopción del modo de vida sedentario, que comenzó con agrupaciones de viviendas fijas en lugar de las jaimas. Lo que significa una perturbación de todo un sistema ancestral de organización social cuyo núcleo era la cabila, basado en el parentesco, los pactos entre cabilas, el matrimonio entre sus miembros, así como en una organización económica y unas condiciones de vida totalmente diferentes. El poder absoluto de la cabila se estaba viendo amenazado por un nuevo poder y un nuevo sistema de sociedad en el que aparece una administración, una nueva autoridad y una nueva dinámica económica impulsada por las actividades urbanas y de exploración de yacimientos.
En efecto, a partir de los años cuarenta, con los descubrimientos de los yacimientos de fosfato y la designación oficial española en 1940 de El Aaiún como centro administrativo y militar del Sáhara, se inició el desarrollo colonial con importantes inversiones públicas que favorecieron el proceso de sedentarización de una parte de la población saharaui.
Conclusión
En resumidas cuentas, este estudio ha tratado de reconstruir el proceso histórico de la llegada de las tribus árabes de Banu Hassan a los territorios saharianos antes poblados por los bereberes de la agrupación de Sanhaya. También, se ha arrojado luz sobre la composición étnica de la población saharaui tras la dominación de Banu Hassan y de la organización y estratificación social que de ella resulta. Y finalmente, se han iluminado las diferentes causas que desencadenaron el proceso de transformaciones que sufrió la sociedad saharaui desde el modo de vida nómada hasta la sedentarización de la población saharaui.
Cabe señalar que, como resultado de esas transformaciones, varios aspectos de la vida en comunidades urbanas se manifiestan con más fuerza, como son los conflictos de generaciones entre los padres y ancianos, garantes de la continuidad de la organización tradicional de la familia saharaui, y los jóvenes cada vez más individualistas e independientes en sus decisiones e iniciativas. También, y como resultado de esta evolución en la que el joven tiene sus propias aspiraciones en la vida, los padres ya no transmiten su saber hacer en los oficios de la artesanía a sus hijos como era costumbre. A nivel de la institución familiar, los cambios se manifiestan en su estructura y funciones, así como en los roles que desempeñan sus miembros (Dahman, 2007, p. 229). Como ejemplo de estos cambios, los matrimonios antes se planificaban por los ancianos; hoy día, los jóvenes se conocen directamente y anuncian luego su decisión de casarse a los padres.
Referencias bibliográficas:
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Rumeu de Armas, A. (1996). España en el África Atlántica. Ediciones Cultura Hispánica.
Autor del Artículo: Mustapha Ouzir
Profesor investigador, director del departamento de Hispánicas, coordinador del máster «América Latina» y de la licenciatura en Educación Primaria.Univ. Med.V